jueves, 27 de diciembre de 2012

Seré breve...

Seré breve...

Te voy a extrañar.

Ahora seré más extensa...

En enero pierdo un pedacito de mi corazón. Y que no lo tome como un insulto, porque justamente ella en tamaño es pequeñita, pero en alma y sentimiento la chamaca es enorme.

Hace 6 años conocí a uno de los seres más espectaculares que adorna mi vida. Con ella aprendí a pensar en la inmortalidad del cangrejo, y en mis momentos tristes ahogarme en mi propia miseria. Supe aprender a darle la oportunidad a que alguien menor que yo me diera una opinión; y que resultara correcta.

En sus ventipicos, me ha demostrado la madurez que yo vine a terminar de tener a mis 36. Con ella conocí el sacrificio de una amistad verdadera. Esa que esta ahí para ti, en pijama a las 10 de la noche. Esa que viaja 2 horas de un pueblo a otro sólo para abrazarte.

Es ella quien mejor que nadie me puede describir en todos los sentidos. Porque me conoce como compañera, como profesora, como amiga. Sabe lo real que soy, conoce mis sueños y mis metidas de pata. Y como varios amigos a los que le tengo mucha confianza; no me juzga.

Me siento feliz de que se abra camino a cumplir sueños, a buscar mejores cosas. Extrañare a esa mujer que es capaz de hablar con la boca, las manos y el corazón. En enero se me va un pedacito de mi corazón. No uno de los más grandes, pero si una parte de las que más late.

Buen viaje negra...

Seré breve... ¡Te extrañare!

jueves, 20 de diciembre de 2012

La inutilidad de estar a la moda...

Y el acto de comprender porque odio los miércoles. Caminar en tacones es similar a correr bicicleta, si aprendes a hacerlo tarde, nunca lo harás bien. Entonces Martaraquel quiere a los 34 años usar algo que en su vida no hacia con frecuencia; usar plataformas. Como la mayoría sabe trabajo en una superior, que consta de 2 pisos, con unos 40 salones. Como maestra de educación especial, tengo que "correr" literalmente toda la escuela y cuando llego a mi casa destrozada, comprendo la inutilidad de la moda. Sobretodo si antes de ir a trabajar tengo que cruzar un pedregal, haciendo malabares con un enano de 2 años encima. No mi gente, no me estoy quitando la edad, es para que sepan cuando fue que quise aprender a andar en tacones.

Pero ahí no termina la cosa, estuve 2 años trepada en tacones a diario, sin bajarme de ellos ni para andar distancias largas, (Como envidio a Jlo y Beyonce) hasta las dos semanas que me baje de ellos y opte por unos tennis, mientras Ian estaba en intensivo. Cuando regrese a la normalidad, mis pies se negaron a los tacones, y volví a comprender la inutilidad de la moda. Y como andar en tacones no me fue suficiente, me contagie por un momento de esa frasecita que la realidad encuentro destructiva, "Antes muerta que sencilla", entonces entro al mundo acrílico; y me hago las uñas.

Y vuelvo a comprender la inutilidad de la moda, cuando tuve una lucha campal con rollo de tape y 2 páginas de fieltro, mientras trataba de adornar la ropa de Ian que tenía que vestirse de galleta de jengibre. Cuando trate de ponerme unas pulseras, cuando quise escribir en el teclado del iPhone. Y más aún sentí mi inutilidad, cuando trate se sacarle el lazo a una galletita que me pidió Ian, cuando trate de sacarle el juguete que le trajo Santa en su fiesta.

No se cuanto me dure la fiebre de estar a la moda con las uñitas. Me imagino que según pasen los días y me toque el retoque decidiré si soy parte de esa generación de entrar tarde a la moda y aprender a vivir con ella. Mientras, estoy aquí sentada, tratando de escribir y borrando cada error que cometo gracias a las uñas, en unas flat para estar cómoda y pensando, que a mis 36 años es bueno entender que cada cosa tiene su momento. Que el cansancio en los pies y los cortecitos alrededor de las uñas de verdad, no la hacen y que debo aceptar al final, para mi tranquilidad que a veces es mejor estar " Antes sencilla que muerta".

domingo, 16 de diciembre de 2012

Hoy...

Hoy desperté con una determinación; no parar. Luego de 6 meses de sentirme sobria, de depresión, anorexia, y gente anulada, recibí un traspié. El candado de mi biblioteca fue hecho "cantos" y se cayeron par de libros que tenía guardados. Se creo con esto un gran desorden en las gavetas de mi cerebro y sin más, permití que mi pasión por el momento, fuera más grande que mi objetivo principal; ser millonaria.

Sí, voy a ser millonaria en espíritu, en felicidad, en amor propio, en amor a los demás, en empatía, en superación, en crecimiento, en educación. ¿En dinero? Nah' eso es una nimiedad. No piensen que voy a caer en un ataque de "yoismo". Gritando a los cuatro vientos que hago o dejo de hacer. Porque la realidad es que me consta, no soy de las mejores personas. Hablo con sarcasmo, tiro indirectas, bien directas. Digo malas palabras, grito, cantaleteo, suspiro, miro mal, viro los ojos y sufro de severos ataques de sinceridad.

Pero, ¿saben qué? Dentro de mi "potroneria" tengo un punto positivo, quizás sea mínimo para algunos, pero para mi es el comienzo de algo grande; sé pedir disculpas, sé cuando es suficiente. Sé entender cuando ya mi proceder no lástima a las personas, porque entonces procede a lastimar mi objetivo. Sí, ese, el de ser millonaria.

¿Y por qué estoy tan segura de mi riqueza? Porque cuando alguno de mis estudiantes, pasa de grado o se gradúa, me demuestra que hice un buen trabajo. Porque cuando me hacen un "tag" en una foto en la que demuestran su superación, sé que hice algo bueno. Cuando me visitan mis estudiantes de la universidad, simplemente para sentarse en mi sofá y terminamos hablando de educación especial, me demuestran que pude tocar su fibra. Aumenta mi riqueza cuando puedo demostrarle empatía a una madre desesperada, y decirle todo saldrá bien con tu hijo, la fe te dará la esperanza. Aumenta más todavía, cuando mi hijo mayor dentro de todas las situaciones, se sienta con su hermano y le lee un cuento o le canta para que se duerma. Cuando el pequeño se acurruca en mi pecho sin pedírselo.

Entonces me pregunto, ¿por qué permitir que mi gavetero mental se desorganice? ¿Por qué dejar que las pasiones se apoderen de mi, cuando tengo en la alacena, dos potes extra grandes de amor propio y fuerza de voluntad? ¿Por qué querer reincidir, si 6 meses de sobriedad han sido plenamente maravillosos? Definitivamente, hoy no es el día, ni mañana, ni tan siquiera el 21 de diciembre; de parar. Mirando atrás, al presente y al futuro, el objetivo de hacerme millonaria esta cumplido, pero es una herencia que le dejaré a mis hijos y a los adoptados. Hoy, no se puede parar.

*imagen tomada de la web www.tuyaeresfeliz.com*

jueves, 13 de diciembre de 2012

Hablemos en español

Desde finales de agosto hasta ahora he sentido muy de cerca, demasiado, el sentido de empatía y la conjugación del verbo juzgar. La empatía según la real academia española es:
1. f. Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.
Muy al contrario del significado del verbo juzgar el cual es:
1. tr. Dicho de la persona que tiene autoridad para ello: Deliberar acerca de la culpabilidad de alguien, o de la razón que le asiste en un asunto, y sentenciar lo procedente.
2. tr. Formar opinión sobre algo o alguien.

Cuando observo de primera intención las palabras, puedo entender o para ser claros comprender, porque a las personas se les hace tan difícil ser empáticos y más fácil juzgar. La empatía no es un verbo, no denota acción. Es un sustantivo por lo tanto no se puede conjugar. Sin embargo, juzgar, es un verbo regular, de fácil conjugación, yo juzgo, tú juzgas, el/ella juzga, nosotros juzgamos, ustedes juzgan, ellos/ellas juzgan. Y luego de terminar como el papagayo, como niñitos de elemental de conjugar el verbo, nos sentimos los más abogados del diablo, formando opinión sobre los demás.

Es tan fácil olvidarnos de que los techos de nuestra vida son de cristal, que tenemos una viga en el ojo, y nos tiramos para atrás a hablar sin base, sin motivo, sólo porque entendemos que podemos. Algunos piensan que porque van a calentar el banco de la iglesia, Dios les da la potestad de mirar por encima de los hombros a los demás. Olvidando como el rubio de ojos azules "¿y tu abuela donde está?"

Juzgamos lo que la gente dice, escribe y piensa. Sin tratar de analizar las razones, sin poner en práctica lo aprendido en la escuela, como por ejemplo identificar las imágenes sensoriales (símil, metáfora, personificación) y a no saber que las comillas se usan para citar. En vez de sentir empatía, porque empatía no se conjuga, pero sentir si, y pensar como reaccionaríamos nosotros al lugar del otro, si tendríamos los ovarios (nosotras las mujeres) de aguantar lo que le pasa a Juanitx, Perencejitx, Fulanitx.

Pero no, juzgar se conjuga más fácil, y que importa lo que estas viviendo y si es difícil, a los demás no le ha tocado, ¿porque tienen que entenderte? Si es más fácil sentarse cómodx con una sombrilla para evitar el cristal que se rompe y los ojos vendados a sus propias faltas. Es más fácil hablar de los demás, porque no tenemos los ovarios para hablar de nosotros mismos, mirar el espejo de frente y buscar nuestras cosas buenas, en vez de observar lo que hacen "mal" los demás según nuestro juicio.

Como nos encanta tanto cambiar las reglas del español, y nos pasamos por donde no nos da el sol la importancia de expresarnos correctamente, antes de abrir la boca para conjugar el verbo juzgar, conjuguemos el verbo sentir. No sea que cuando decidamos convertirnos en jueces sin estudio, estemos proyectando todas nuestras frustraciones y terminemos presentándole a todo el mundo el trasero porque se nos ve la costura.

P.D. Antes de juzgar mi forma de pensar, recuerde que este blog es "Como veo la vida, la mia..." Y si piensa decir que me robe algún pensamiento, entonces díganme a quien le robe la vida, porque si llegue a eso, debo ser bien masoquista.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Usted, tenga, con el permiso, perdone, gracias.

Los valores se están perdiendo, claro, nosotros mismos los echamos a la basura. Como un papel cualquiera los arrugamos y sin piedad al primer zafacón. Pisoteamos los valores sin piedad cuando sumidos en un proceso de estupidez humana, azotamos sin piedad a la gente, con la boca, con los pensamientos, con las manos; cuando hablamos y escribimos. Cuando juzgamos basándonos, en nuestro dolor o incapacidad para lograr nuestras metas. TODOS hemos pasado un momento de estupidez humana, el que me diga que no es un hipócrita.

Sin embargo tengo una gran confianza en ese slogan nuevo que se utiliza ahora en la isla, "Los buenos somos más". Lo vi este fin de semana de manera continúa. Aunque no lo voy a expresar en el orden correcto. El sábado pasamos un susto en la playa con mi hijo mayor. (Espero no sea producto de un mal de ojo. Porque entonces si la isla se nos esta perdiendo.) Este susto fue relacionado a no seguir instrucciones, ya conocen esa cantaleta. Los buenos, aunque eran "gringos", ayudaron a que todo volviera a la normalidad. No preguntaron que nacionalidad éramos para ver si nos ayudaban, o si éramos importantes. Tampoco nos pidieron dinero, pobres si lo intentaban, porque la cosa esta mala. Su ayuda no fue para lucrarse, simplemente lo hicieron.

Esa misma dinámica vi el viernes cuando participe de una asamblea anual de la Fundación García Rinaldi (FGR). Estaba allí porque Ian no sabe conducir, sí, por eso, porque el invitado fue mi hijo. La FGR me proveyó la oportunidad de estar más cerca de mi hijo cuando lo operaron. Me tocaba a mi, el día de la asamblea anual dar las gracias por eso. Cuando me tocó el turno de hablar en el podio, no entré con bombos y platillos. Allí no saben quien es Marta Raquel, no que es maestra, ni mucho menos escritora. El viernes yo era la mamá de Ian, a la que ayudaron para estar con su hijo. Estaba sentada en una mesa regular con gente regular. Pero vi como por 20 años un grupo de buenas personas, luchan de forma incansable para ayudar a tantas personas con necesidades de cirugía u otras tantas cosas. Gente buena que cada año crece incluyendo a jóvenes para lograr que esos valores que tanto algunas personas pisotean se levanten y tengamos un mejor país.

Para demostrar que soy mejor persona no tengo que gritar, insultar, humillar o juzgar a unas personas. Nuestros pensamientos son traicioneros y nuestra boca no es de gran ayuda. Demostremos que los buenos somos más, hablando con la verdad y de frente. Sin poner en entredicho a los demás. Bien dicen que no hay que ensuciar el agua que en algún momento necesitarás tomar. Sentémonos a analizar en que lugar estamos sentados, si en la parte de pisotear valores o en el área de demostrar con hechos, lo que alguna vez nos enseñó nuestra mamá. "Usted está en lo correcto. Tenga, esto le corresponde. Con el permiso, ¿me puede escuchar? Perdone, no fue mi intención ofenderle. Gracias, por tu empatía y por hacer las cosas de corazón." Seamos conscientes, no hagamos quedar mal a nuestras madres.

Soy Marta Raquel, escritora, porque no sé rimar, y apruebo este mensaje.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Tirar la toalla vs. Sabiduría

La próxima semana celebro un cumpleaños. Celebro un año de un proceso de altas y bajas, de un desahogo, de un lugar que aguantó cada palabra, grito, llanto y momentos de desesperación. Esta próxima semana mi blog, cumple un año. A veces, cuando decido rememorar y recapitular cada paso que di en este año, comienzo recordando que abrí el blog, por recomendación de una "amiga" que ahora ni me habla. También rememoré que lo primero que escribí fue sobre lo inteligente que era llorar. Me tome el tema tan a pecho, que lloraba todos los días, por el puro gusto de ver las lágrimas correr.

Durante ese año, me refugie en un sinnúmero de personas a las que les di el título de sabios, levante pedestales, abrí bibliotecas, abone sentimientos,aprecie y quise sin medida. Y según le daba importancia e hinchaba el pecho de quien contaba con toda mi admiración, yo fui perdiendo mi vitalidad, me puse azul y como un boxeador en la esquina de su ring, lleno de golpes; tire la toalla.

En el sube y baja emocional, levante la toalla del ring de mi vida muchas veces y como ser humano al fin, volvía y la tiraba, sobretodo cuando se mezclaba la frustración de la educación de mi hijo mayor con todo lo que me sucedía. A la misma vez, el proceso me hizo derrumbar el pedestal, y cerrar mi biblioteca. Sencillamente, luego de ver como me aniquilaba poco a poco, un buen día me harte de verme tan jodida, volví a levantar la toalla del medio del ring y me di a la tarea de organizarme.

Durante este año hice compras compulsivas, jugué con colores hasta darles el uso adecuado, cambie de forma de pensar, de estrategias, de motivos y de amigos. Escribir durante un año cada proceso de como veía mi vida, me dio la oportunidad de desahogarme a mi estilo y encontrar al fin dentro de mi, de lo que puedo ser capaz. En el intervalo, debo destacar que crecí, aún a la mitad de mi treintena; madure. Y aunque he pasado millones de procesos en la vida que han sido de carácter importante, nunca me había tomado la vida tan en serio como hasta ahora.

Tan en serio, que puedo casi asegurar, que lo único que a veces me ataca es la frustración de encaminar a mi hijo hacia la superación. Que lo único que a veces me hace querer tirar la toalla, es batallar con un futuro jovencito que no quiere entender de razones, porque sus hormonas se mezclan con sus terminaciones cerebrales y hacen un desmadre con su conducta. Sin embargo, recuerdo que decidí organizarme, que crecí, que madure. Entonces volvemos a la carga, y antes de volver a tirar la toalla, intento usar la sabiduría, aunque a veces la "sabia" grita, hala por brazos, y da advertencias. Y es que mi país ya está lo bastante jodido como para yo andar con la terquedad de no educar a mi hijo a tiempo. Porque mi hijo tiene un hermano menor que dejará de fijarse en mami y papi para fijarse en el. Porque al final, su héroe no será papi, sino su hermano mayor. Y agradezco todo este año de altas y bajas, agradezco la gente que llegó a mi vida, dañó y se alejó. Me dieron la oportunidad de aprender a saber como educar a mis hijos. Me enseñaron lo que debo cultivar en mi, por el bien de ellos.

Celebro un año, pero no sólo eso, celebro también 6 meses de estar "sobria", sí, "sobria" de depresión, anorexia, y gente anulada. Lo suficiente adulta, madura y organizada para centrar mi vida en lo verdaderamente importante, la educación de mis hijos. Bien dijo Pitágoras "Educa al niño y no tendrás que castigar al hombre". Disciplinarle ahora le dará el entendimiento a mi hijo, que en el ring de la vida, no es sólo recibir y dar golpes, hasta un boxeador debe usar la sabiduría a la hora de enfrentar un combate. Lo importante es que crezca, madure, se organice y bajo ningún concepto tire la toalla. Yo adquirí demasiado tarde el "don" de la sabiduría y me queda tiempo para "meter" la pata de vez en cuando. Pero no limita el que yo pueda transmitirle un poco a ellos. Aún cuando en el momento en que la quiera transmitir se me salga un grito. Porque obviamente una vez dije, "tengo derechos, no he dejado de ser un humano." Sí, te estoy hablando a TI.


jueves, 22 de noviembre de 2012

Solicito un abuelo... ¡Con urgencia!

Se acerca la temporada navideña, increíblemente la celebro desde que tengo 19 años, ¿algo mayor verdad? En el momento en que pude comprar un pino, con uno de mis sueldos como "meat wrapper", pude celebrar la Navidad. El primer árbol, como novata al fin, no le compré base, mi madre, quien es a su vez la "madre" de la invención, lo resolvió de una forma muy particular; lo sembró. Y así fue mi primera Navidad, un gran pino real, lleno de adornos, sembrado en una lata con tierra. Cada día había que regar el árbol, estaba sembrado, no había de otra. El 25 de diciembre se llenaba de regalos para nosotras mismas, y en enero lo botábamos; con todo y adornos.

Viví esa costumbre por 5 años, hasta que me casé. Una vez casada, el árbol cambio de tamaño y era artificial. Mi esposo y yo vivíamos en una casa pequeña donde no podíamos tener un árbol grande, además a él no le agrada el olor a pino. Esta vez por los primeros años de casados, se guardaba el árbol y los adornos. En una venta de liquidación aprovechamos y compramos un árbol grande. Cuando compramos nuestra casa para un noviembre, celebramos nuestra primera Navidad en la casa nueva con el árbol grande. Durante los siguientes 3 años, junto a Jancito montábamos el árbol grande con un nacimiento a su vez enorme. Las Navidades con Jan tomaron un giro también diferente, le dejábamos a Santa galletas con leche, que obviamente nos comíamos nosotros mientras acomodábamos los regalos.

Las 16 Navidades que celebré tanto de soltera como de casada nunca me habían dado trabajo para hacer regalos. Jancito hacia su lista, mi esposo me decía que quería y yo igual a el. Sin embargo este año, Ian está más consciente de lo que pasa a su alrededor. Para colmo en su escuelita están trabajando el tema de la familia. Así que esta Navidad, el problema se ha puesto grave, Ian tiene una gran obsesión con tener un abuelo. No me ha pedido que Santa se lo traiga, pero me lo ha pedido justo en la época navideña.

Los que conocen mi blog, saben que tengo una lucha existencial con el tema de un padre ausente, además el papá de mi esposo murió hace muchos años, lo que significa que mis hijos no tienen abuelos. En momentos como estos, amo el déficit de atención de Jancito. El no me pregunta por ninguno de los dos, sabe donde están y eso es suficiente. Incluso tuvo por un tiempo esa figura "abuelística", al que llamaba "papá", con un amigo de mi madre, cuando lo dejó de ver, lo extraño varias semanas y ya se acabó el tema.

Pero Ian lleva semanas con el tema. Cuando salimos a cualquier lugar y ve a personas mayores o con sombreros, identifica rápidamente a "un abuelo". No sólo dice, "ese es un abuelo", también dice "ese es mi abuelo". Tratar de entrar en temas profundos con un niño de 3 años, sobre donde están sus abuelos, se ha vuelto más difícil que el día que le tuve que explicar por que estábamos en el hospital.

Sin embargo, esta vez, he llegado a la conclusión que la necesidad del abuelito es más latente de lo que pensé. Hace unos días Ian jugaba con una aplicación del iPad, donde hace muñecos de jengibre. Cuando terminó de hacer el muñeco dijo, "mira, un abuelo! Ese es mi abuelo". Me pareció increíble que inclusive en un juego, mi hijo demostrara esa necesidad de esa figura en su vida.

Ante esta situación, he tomado la determinación de buscarle un abuelo a mis hijos. Un señor que lógicamente tenga la necesidad de un nieto, pero la experiencia de tener uno. Sobre todo porque me parece que Ian al menos no será un nieto fácil, querrá que se siente con el a jugar con trenes, que coman chocolates, que le acompañe a correr Big wheel. Necesito conseguir esa figura "abuelistica" pronto, para mi tranquilidad. Quiero que conste que ni mi madre ni mi suegra necesitan un novio y que yo a esta fecha no necesito un papá. Necesito para que mis hijos sean felices, un abuelo, un señor que este dispuesto aún en su experiencia a disfrutarse un par de enanos que le darán mucho amor. Por eso, en estas navidades tengo una petición muy especial, SOLICITO UN ABUELO... con carácter de ¡URGENCIA!

domingo, 18 de noviembre de 2012

Me hice pequeña

En diciembre se cumple un año en que me sentí tan azul, que fui diagnosticada con depresión. A mitad de la treintena y a meses de cumplir 36 años, me hice tan pequeña gracias a la anorexia y las emociones, que casi me corro el chance de morir aplastada.

Es obvio que el comentario es puramente metafórico, porque nada me iba a aplastar de verdad. Aunque mis emociones tenían sus momentos de perseguirme como mujer histérica escoba en mano tras una cucaracha. Terminaba tan exhausta, que me quedaba dormida en cualquier lugar. Llegue a sentir por un determinado momento que tanta lucha iba a terminar pulverizando mis neuronas y que el Knock out, sería devastador.

Las altas y bajas emocionales son una joda que si no se cuida uno, termina desbaratado en todos los sentidos. El cuerpo cansado, las ojeras enormes, las arrugas a tutiplén. Te pierdes en un momento, en la búsqueda de la felicidad que juras no tienes y que cuando llegas a tu casa te esta esperando; pero en tu ceguera emocional no ves.

Tengo que aceptar que el final de mayo y el comienzo del verano, fue un proceso de transición en ese "bucear" en las profundidades de mis emociones. Una transición que duro hasta hace varias semanas. Sé, que la vida no dejará de darme sus cachetadas, sobretodo si me vuelvo loca buscando el éxtasis, la felicidad en su máxima expresión.

Sin embargo, en estas semanas pude ver que el "cuero" se me ha puesto más duro a la hora de responder a ciertas situaciones. Qué quizás una que otra galleta que me ha dado la vida, me ha movido un poquito, pero a diferencia de hace casi un año, no me han tumbado.

Como dice una canción de Ricardo Montaner," no es igual felicidad y plenitud", lo que me deja entender que, todavía me faltan unas cositas para sentirme 100% feliz. Sin embargo, puedo decir con una gran sonrisa, que la plenitud está en su totalidad. Porque justo en el momento en que pensé que iba a ser alcanzada por la señora histérica con su escoba, la "chiquitolina" perdió su efecto y regresé a mi tamaño normal.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Mi descarga...

Cuando las A dejaron de tener sentido y al machismo le negué entrada a mi casa. Si, esas cosas pasan, cuando eres la única mujer en tu casa; porque hasta el perro es macho.

Cuando a los 14 años me diagnosticaron glumerolonefritis, me dijeron que "quizás" no podía tener hijos por el funcionamiento renal. Sin embargo yo, cachorra al fin; tengo 2. Como casi todas las mujeres que tienen hijos, yo añoraba unos hijos sobresalientes, de esos que se ganaban todas las medallas en las graduaciones. Podía estar muy segura de que era posible, les corría por la sangre los genes de inteligencia. Solo que yo no contaba con otras cosas.

Jan llegó a mi vida cuando estaba por cumplir mis 2 años de casada. Hermoso por demás, se parecía a su madre que mas se podía pedir. Jan desde pequeño era muy voluntarioso y sobre todo "tocón" siempre estaba tocando lo que no debía. Claro esta, cuando son niños se les permiten muchas cosas, por eso, porque son niños. Pero según Jan fue creciendo ciertas conductas se tornaron recurrentes, y para los que vivimos el día a día con el; preocupantes.

Jan aprendía muy rápido, y fue un chiquillo sobresaliente en Pre-kinder, el kinder vino a ser como un repaso de destrezas, en primer grado vi parte de mi sueño de madre cumplido. Jan estuvo entre los listados de honor de su salón. Sin embargo, lo mas difícil estaba por venir.

Cuando Jan entró a segundo grado, toda nuestra vida se trastocó. Su hermano menor, ( el que fue mandado a hacer a insistencias de una sicóloga) nació con una condición cardiaca. Jan pasó por un proceso de cambios que no fueron del todo beneficiosos. Cambio de maestra, de escuela, papas ausentes por citas, muchas mas gente ausente por falta de tiempo.

Para ese mismo tiempo fue diagnosticado con déficit de atención con hiperactividad de tipo impulsivo. Según explicó el sicólogo, para los que tengan dudas, la terminaciones eléctricas del cerebro de Jan están alteradas, desde que nació; para que conste. Jan desde entonces recibe la atención que se le puede brindar dentro de las necesidades de todo el mundo. En los últimos 3 años lo han visto 4 sicólogos que expresan que Jan esta inmaduro todavía y por eso sus conductas. Sin embargo no debe dejar de ser tratado como a los demás.

Yo no le oculto a Jan su situación, es obligatorio que el sepa que sucede. Pero también le recalco que no debe usarlo en beneficio negativo. Jan sabe que su condición se resuelve con una pastilla, que su papá y yo llevamos 3 años evitándole dar. Jan recibe en nuestra casa tiempo para jugar, para salir con sus amigos a correr bicicleta. Tiempo de calidad en familia.

Pero también estoy criando a futuros hombres y por lo tanto, me niego a que no aprendan a desarrollarse, a no hacer las cosas de la casa; porque son hombres. Me niego a que no aprendan a controlarse si no es con una pastilla en el cuerpo.

Y me defiendo de cualquier ataque, porque antes que madre, soy un ser humano, que conste que no es lo mismo que ser mujer. Tengo derecho a perder la paciencia, a llamar la atención, a gritar cuando mis fuerzas no me dan para mas. Yo, ante las situaciones de mis hijos, ya no creo en los sobresalientes. Creo en lo superado, en buscar las alternativas para que mi hijo aprenda que aun a sus 10 años la vida consta de seguir instrucciones, de superarse, de ser alguien de bien. Y lo mas importante de no depender de nadie. Quiero que mi hijo me agradezca lo que hago por el. No que en el día de mañana me saque en cara que no lo prepare para lo mas difícil; vivir.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El cambio de vestido...

trans-. (Del lat. trans). 1. pref. Significa 'al otro lado', 'a través de'. Y así comienzo, hace días leía el periódico local, me detuve en un artículo relacionado a un profesor transgénero. La realidad es que no fue eso lo que me impresionó del artículo, sino un comentario en particular del profesor Díaz. El ofrece su clase vestido de mujer o vestido como el prefiere expresar. Su comentario fue: " ...todos los seres humanos nos travestimos. Por eso no somos de la misma manera con todo el mundo...".

Llevo más de 3 años luchando con el prefijo trans, sin darme cuenta que no sólo adorna uno de los diagnósticos de mi hijo menor, también es parte de toda una vida. El golpe de conciencia me chocó cuando leí las palabras de este profesor.

Cabe señalar que entre otras cosas el comentario de que todos los seres humanos nos trasvestimos, me hizo colocar en algo de duda el diagnóstico de la bipolaridad. Simplemente porque desde cierto punto de vista, todos entonces somos bipolares. Recapitulando este último año, pude darme cuenta que me la pasé cambiando de vestido emocional a mis sentimientos. Había adquirido la habilidad por mucho tiempo de tener el vestido de la tristeza de día y llegar a mi casa, quitarme la careta y vestirme con una gran sonrisa para mis hijos. Sólo que a veces no contamos que cuando una pieza se usa con extrema frecuencia desmerece y sin darte cuenta te quedas desnuda, justo delante de quien tiene prohibido verte así.

Debo destacar también que es normal que todos tengamos nuestros momentos, me choca la gente que "pretende" expresar la idea de la plenitud de la felicidad. Como sí no fuese natural que un buen día te levantes extrañando a tu hermano mayor o a tu maestra preferida del cuarto año. O simplemente el día esta lluvioso y tus hormonas deciden nublarse para combinarse con el día.

Este año que pasó llegó un momento en que me deje demasiado tiempo el vestido de la tristeza, deje de pasó que me vistiera la anorexia, y arrastraba el velo de la amargura, ¿para qué?. Para darme cuenta no tan tarde, que vale más lo que transmito a nivel personal y profesional que lo que me define cuando a veces me visto emocionalmente de una forma diferente. Al final de cuentas mi realidad no la define eso.

El vestido de la tristeza esta guardado, la realidad es que esta demasiado maltratado. El de la felicidad lo uso con cuidado, siempre he tenido claro eso de que andar toda extasiada tampoco es muy saludable. No logro quitarme el de la ansiedad, ese sí lo tengo ceñido al cuerpo. Pero el de mi realidad como persona lo llevo bien puesto, puede que a veces no sea con todo el mundo igual, pero esa es ya mi forma de ser. Y es que debo dejar claro, que el vestido de la hipocresía no me queda.

jueves, 25 de octubre de 2012

Una caja de colores

Necesito una caja de colores, si, si, eso, una caja de crayones. Pero pensando así, una de 8 colores no es suficiente, ni la de 24, necesito con urgencia la de 64 crayones.

Recuerdo cuando era niña que tener esa caja en particular era así como un tesoro. Con 64 colores eras lo máximo, tenías a tu alcance una gama de colores que en tu corta vida habías visto. Incluso tener esa caja conllevaba que hasta el compañero que menos te "pelaba", se acercará a ti, sólo para pedirte algún maravilloso color de tu cajita. Como no recordar el siempre querido color "carne", ese con el que pintábamos a las personas de nuestros libros de colorear; o el turquesa para los vestidos. ¿Qué me dicen de los diferentes tonos de verde? Esos nos ayudaban a diferenciar la grama, de las hojas de los árboles.

Así qué ya esta decidido, quiero una caja de 64 colores, también quiero la inocencia con la que coloreaba de niña. ¿El lienzo? Ya lo tengo; mi vida. ¿ Qué quiero pintar con tanto color?¡ Pues todo! Esta vez, no voy a jugar a que el azul es tristeza y el verde es esperanza. Esta vez le voy a dar un sentido más real a los colores, aunque explicarlo sólo sea un juego de letras para desahogar el alma.

El primer color que utilizaré será el color "carne", colorearé las arrugas que las tristezas y los malos ratos de los últimos años me han causado. Quiero por un rato engañar al espejo. Quiero colorear de rojo las imperfecciones del corazón de mi pequeño hijo y con varios colores completar las fisuras del cerebro de mi hijo mayor; esas que juegan con su concentración. Quiero colorear las nubes grises de blanco, para no preocuparme por el "frizz" en mi cabello. Y de una vez con un poquito de negro taparme las canas para sacarme de encima la costumbre de pintarme el pelo. Pintarme las arrugas o pintarme el cabello no es necesariamente para negar mi entrada a la madurez, esa se encuentra dentro de mi y en mi actos, no en mi piel.

Con el dorado quiero pintar mis actos y no para lucirme, sino para ser luz para otros. Con el plateado puedo pintar una que otra estrella, para que alumbren mi camino y me den la suficiente luz para evitar hasta donde pueda, volver a equivocarme.

Me encantaría poder tener un crayón transparente, ese lo usaría para colorear algunos problemas, no para olvidarlos, sino para darle menos importancia. Me faltaría describir unos 50 colores, pero el lienzo de mi vida es grande y tampoco hay tanto apuro por tapar con color algunos detalles. Mientras me balanceo en las situaciones de mi vida, cargaré mis 64 crayones. Cuando ya vea un poco más claro mi nirvana, es muy seguro que cambie los tonos, quizás más brillantes, más pasteles, pero definitivamente todo un arco iris.

domingo, 7 de octubre de 2012

Estructurando la vida

Al cumplir un mes de la cirugía de Ian, trato de botar a la ansiedad de mi casa, pero se encuentra con la puerta trancada; a toda costa quiero evitar la entrada de la depresión. En estos días he sentido que el tonito azul quiere vestirme y con 15 libras más en el cuerpo, me niego a volver a la línea a fuerza de la anorexia.

Busco en estos momentos la pequeña pieza que me ayude a engranar mis sentidos, los emocionales como los profesionales haber si así logro caer en tiempo. No sé, si con eso será suficiente o si necesito un poco de aceite para terminar el proceso.

También he buscado en mi alacena especial; esa donde guardo los artículos de mis compras compulsivas. El frasco de paciencia esta a menos de la mitad, el de impaciencia se ha derramado. He cambiado mis estrategias pero nunca logro mantenerlo cerrado, aunque claro, soy de carne y hueso, así que es lógico que tenga mis momentos. El frasco de tolerancia esta mermando y el de felicidad, tiene un hueco por donde se me esta escapando. Es como sí entre el mes de agosto y septiembre con tantos deseos de superar tantas cosas hubiese sin medida gastado todo mi arsenal.

Cuando compré el frasco de valor para superar lo de Ian, me incluía la oferta un frasco de fuerza, pero como era tamaño muestra; ya no me queda casi nada. A veces por buscar especiales, termino comprando cosas que al final no me funcionan como quiero. El entusiasmo por ejemplo, lo compro en forma de globo, lo que lo hace susceptible a que ciertas situaciones me lo revienten. Estoy bastante clara en que todavía me quedan muchas cosas que aprender y otras tantas que luchar. Que debo aprender a separar el pasado del presente y a su vez no permitir que interfiera con el futuro.

Tengo que hacer una lista nueva de compras. Debo comenzar con un producto de limpieza mental. Un buen tanque de oxígeno para revivir mis neuronas, un frasco extra grande de fuerza, un refill sin fin de paciencia y tolerancia. Necesito una bandita para arreglar el hueco del frasco de la felicidad y un frasco nuevo donde guardar los recuerdos innecesarios, no debe ser muy costoso, lo quiero tirar al mar. Un calendario no me vendría mal para romper estructuras y volver a organizarme. El entusiasmo estoy bastante segura que lo conseguiré en otro formato.

A un mes de la cirugía de Ian, es tiempo de que caiga en tiempo, que la madre y la maestra soy yo. Se me cae la cara de vergüenza que sea mi hijo de 3 años quien me enseñe a superar adversidades. Debo fomentar que quiera parecerse a su mami. Aunque yo por dentro muera de deseos de parecerme más a el.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Miénteme... Yo te lo perdono

No, esto no es una entrada de despecho, ni mucho menos de masoquismo. A quien le pido que me mienta es a mi hijo menor. ¿Por qué lo hago? Porque siempre desde su concepción es lo que ha hecho, mentirme.

Para comenzar, Ian fue buscado, pero llegó cuando le dio la gana. En las primeras semanas me dio el primero de muchos sustos y de los que faltan. Pero siempre estuvo ahí. Es como si hubiera llegado con la mente en que :" como te tardaste tanto en mandarme a buscar, atente a las consecuencias." Durante su crecimiento en mi interior, tuvo la oportunidad de darme otro susto, hasta que llegó el día de su nacimiento.

Me resulta sorprendente ahora atando cabos, que en ninguno de los sonogramas, los vitales de Ian dieran indicios de su situación. Las pruebas de cernimiento maternal, todas fueron negativas. Yo cargue un pequeño mentirosillo dentro de mi, por 9 meses. El cual se aseguró de abrir las piernas para que viera que era un macho, procuró demostrar que tenía la fuerza para ser un gran deportista, con las patadas que me daba, pero no abrió los brazos para que viera que su corazón era diferente. Cuando nació, siguió con sus mentiras, simplemente no le dio la gana de demostrar su situación el primer día, sino que nos dio el susto al segundo día. Sin embargo aun cuando supimos que estaba pasando, siguió en su exterior demostrando la normalidad de la vida. Nunca se puso violeta, a menos que el frío lo traicionara. Nos siguió mintiendo hasta el día de su primera cirugía, donde encontraron un diagnostico nuevo. El lleva una vida normal, donde a veces me hace olvidar que lo esencial es invisible a los ojos. Porque me recuesto de sus mentiras exteriores para luchar con sus realidades interiores. A semanas de recuperación de su segunda cirugía, Ian me sigue mintiendo, por fuera esta genial, por dentro tenemos varias cosas que cuidar.

Siento dudas si debo fomentar que siga mintiendo, a mi, a su alrededor, a el. Me atemoriza pensar que por miedo a lo que sucede en el interior, yo por querer hacer un bien le destruya su exterior. Quiero que conozca los limites esenciales, pero que eso no signifique limitarse así mismo. Debo, lo sé, enseñarle a mentirse solo si ve que lo interior, no le permitirá superarse.

Mirándolo reír, jugar, gritar, y cargar dos cirugías en su pecho, no me queda mas que mientras sea inocente dejarlo que me siga mintiendo. Ya con el, lo esencial dejó de ser invisible. Ya sé lo que me corresponde. Si para ser un hombre de bien y saludable en el futuro tiene que mentirme, que lo haga, yo se lo perdono.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Fui a la zapatería

En estas ultimas semanas donde la realidad a buscado entrar a mi vida a como de lugar, puedo expresar que su empeño ha sido muy positivo. El sábado por la mañana me levante con un dolor de garganta insoportable, para la noche ya era peor, se había incluido el oído y casi no podía abrir la boca. Situación de dificultad para mi, yo que no puedo mantener la boca cerrada.

Como Ian esta en recuperación, me dio la madre de las ansiedades. Haciendo los arreglos pertinentes de cuido para los chicos, o sea llame a abuelita, mi esposo y yo llegamos a la zapatería, digo, sala de emergencia. Se preguntarán porque comparo la sala de emergencia con una zapatería. Aquí les voy a explicar.

Llegue a las 10:30pm al hospital. Mi primera impresión realmente fue que llegue a un "spot" de jangueo, por las diversidades de vestimentas. Y entonces fue ahí donde me di cuenta que estaba en una zapatería. Me encontraba rodeada de muchos zapatos, de muchas realidades.

Pude ver parejas acompañándose, madres que no tenían una abuelita como mis hijos y tenían a sus hijos con ellas en esa sala. Otras madres llegaban solas con sus hijos enfermos. Mujeres con trajes largos o pantalones muy cortos. Niñas en sandalias mientras yo con mis medias y mi sweter no aguantaba el
frío.

Pero la mayor concentración de zapatos la encontré en la sala que compartí, sentada en un reclinable, con un grupo de 6 personas mas o menos. Una madre que no perdió la vida, pero si su auto por salir a buscar a su hijo a altas horas de la noche. Un señor mayor que tenía fatiga, pero no fue al hospital en la noche porque su vista no le permite conducir, y que a su edad tampoco sabia firmar, una chica que ya ni malestar tenía del tiempo que había esperado. Un señor que se cortó la cara "sin querer". Y lejos de entrar en meras conjeturas de que yo hubiera hecho en el lugar de ellos, trataba de entender que cada cual tiene su forma particular de responder.

Cuando era una adolescente rebelde juraba que a mi hijo, no le iba a faltar el condón en la cartera. Ahora a mis 36 años, espero con ansias el momento en que pueda educar a mis hijos, no para que no me fallen a mi, sino para que no se fallen ellos mismos. En el momento en que sentí que mi mente iba a decir donde están los hijos del señor mayor, analicé el dar gracias que mis hijos tienen quien los lleve al hospital sin importar la hora. En el instante en que me pregunte, porque esa señora no fue mas cuidadosa cuando fue a buscar a su hijo, analicé que cuando se tiene un hijo a veces no se miden consecuencias, si lo que se hace es por su bien.

Fui la ultima en salir del hospital de ese grupo, habían botado mi récord, ahora me pregunto si fue con intención. Cuando salí mire mis zapatos, eran los mismos con los que había entrado, la zapatería donde pasé doce horas, pensando, me demostró que los zapatos de cada persona que estaba allí no eran a la medida de cualquiera, y eso incluía los míos.

martes, 11 de septiembre de 2012

Hoy estoy cuentista...

Porque a veces la vida la vemos desde la perspectiva de un cuento. No les traigo un poco de mi día a día, mas bien, la verdadera historia de una princesa, que se cansó de creer en cuentos. Que lo disfruten.

¡Cuentos! ¿Qué cuentos? Estoy cansada de que me digan que la vida es un cuento; un sueño. Ya la rana del jardín se ha cansado de mis besos. Se ha llenado la boca de moscas, huyéndole a mis encuentros. Ya las agujas de mi costurero no me quieren pinchar los dedos. Según pasa el tiempo el espejo no quiere mentirme sobre mi aspecto. Las arañas han tejido con su tela hermosos caza sueños, que me mantienen en desvelo. Ya no encuentro en mi paleta de colores de que tono pintar al príncipe. Ya ni tan siquiera la bestia del pueblo me persigue. He envejecido entre sueños y cuentos, que ya ni una flor mágica me devuelve el encanto. Cuentos y sueños ya dejen de hacerme daño, lleguemos a la ultima pagina y denme el fin que tanto estoy esperando.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Realidades

Llevo una semana con la realidad dándome en la cara, la realidad de mi hijo menor, mientras llevo muchísimo mas con la realidad de mi hijo mayor flagelándome sin compasión.

Hoy en la tarde conversaba sobre la realidad que vive mi amiga Anuchka en una sala de clases. Mientras estábamos en su vehículo, compartiendo opiniones, choque con una realidad mucho mas fuerte.

Un caballero mayor, quiso venderme una paleta en 25 centavos. Increíblemente lo primero que pensé cuando vi la paleta fue: " ¡Dios mío, que cara! Pero, sin emitir comentarios las dos sacamos 2 pesetas y compramos las paletas. No hablamos del tema, hablar de gramática resultó ser mas interesante. Sin embargo me resultó impresionante que de todas las cosas que el señor podía vender, escogiera paletas. ¿Qué ganancia podía sacar? ¿ Por qué tuve que criticar que vendía paletas? ¿Por qué tuve que juzgar su precio?

Cada persona vive una realidad, unas mas fuertes que otras. La vecina de Ian en intensivo lleva tiempo allí, cuando le dieron cuarto a Ian nos despedimos de su mamá, ¿Su realidad? Mucho mas fuerte que la
mía. Aun cuando vivimos algo fuerte con nuestro hijo, no puedo, no quepo en sus zapatos. ¿Por qué tuve que juzgar las veces que no la ví a la hora de visita? Cada quien trabaja su realidad de la mejor forma. De la
manera mas sensata, por algo es su propia realidad.

Una de mis realidades, se recupera gracias a Dios al lado mío en una cama de hospital. La otra me espera en Ponce, loco por verme supongo. Mis realidades seguirán flagelándome, golpeándome. Pero entre la auto terapia de escribir y una buena despensa de primeros auxilios, saldremos adelante. A mis zapatos les puse suelas nuevas y solo están hechos a mi medida. No es necesario que el mundo entero experimente mi realidad, porque cada cual carga la suya propia.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Crónica de un miércoles odiado

El miércoles 29 de agosto, fue la segunda cirugía de Ian, llevo odiando ese día desde el momento en que me dieron la fecha. Un día difícil y encima miércoles.

Al igual que todos mis miércoles, fue un día largo, pero encima doloroso y en extremo difícil. Tuve que jugar con trenes y dibujarlos en una libreta, ademas de buscar que ver en un televisor de 5 pulgadas para hacer que el pobre pequeño se olvidara de comer. Incluso no almorzamos para solidarizarnos con el.

Los miércoles en mi vida generalmente son largos, este fue eterno. Ian entró a sala a las 2:45 de la tarde salió a las 7:30 de la noche. Fueron cuatro largas y eternas horas. A las 8:30 de la noche, amé el miércoles, con mucha mas pasión que con la que lo odio. Amé saber que un miércoles mi hijo ganaba un combate, aunque siempre estará en la lucha. Amé saber que aun con los dolores que experimentara, el va a disfrutar de una mejor calidad de vida.

Entonces odie el jueves, cuando las personas que esperé no dieron señales de vida, y odie el viernes por esperar tanto de ellos. El sábado sentí pena, no por ellos, la sentí por mí. El sábado comprendí que tenía a mi lado a quien tenía que tener. Que estaba viviendo la aventura con quien tenía que vivirla. Que me estoy disfrutando la mejoría de Ian cada día al máximo. A punto de cumplir una semana donde Ian entró a un campo de batalla y está demostrando su triunfo, puedo dar fe, de que las oraciones y buenas vibras han llegado, los mensajes, las velas, los likes de Facebook, me lo han demostrado.

Ya no odio tanto los días de la semana, ya no siento pena por mi. En estos días he crecido, he aprendido, he amado, he agradecido. También he extrañado, a mi hijo, a mi Ponce, mi cama y también a mi perro. No estoy muy segura si de ahora en adelante amaré los miércoles, pero no veo la hora de cruzar el pedregal para la escuela de Jan y correr la autopista para el cuido de Ian. Quiero volver a casa, con mi guerrero, con mis hombres, con mi perro. Si ocurre un miércoles, quizás le tome algo de afecto.

domingo, 26 de agosto de 2012

Fantasía vs. Realidad

Cuando comenzamos a buscar una forma de entretener a Ian mediante el uso del televisor, escogimos nada mas y nada menos que a Thomas y sus amigos. Esos trenes son la fantasía de cualquier niño, ya que con sus caras "amistosas"  pueden socializar, cantar y enseñarte muchas cosas. Considerando que mi mente no es muy prodigiosa, a veces me resulta sorprendente de como Ian los conoce a todos por sus nombres.  Cuando nos tocó hacer la preadmisión, teníamos planificado, que llevaríamos a Ian y a su hermano a dar una vuelta en el Tren Urbano. Seria la segunda vuelta para Jan, pero la primera para él. En ese momento Ian experimentó a su corta edad, la diferencia entre la realidad y la fantasía. Para empezar el tren no era como el lo conocía, incluso puedo llegar a creer que tampoco se lo imaginaba grande. Para completar el mismo aceptó que el tren no hacia " chucuchucuchu".

Muchas veces según vamos experimentando nuestro crecimiento, chocamos mucho con las fantasías y las realidades. Para toda mujer, o al menos la mayoría, es una fantasía tener un bebe. Pero cuando esa criatura nace y comienza a llorar cada 2 horas, y a veces incluso no sabes porque, la realidad se nos hace dura. Y solo podrá entenderte una madre con experiencia, o una que este en la misma línea que tu. Por eso soy muy cuidadosa a la hora de dar cátedra, sobre como una madre educa. Porque yo solo puedo dar fe de mi realidad, no la de los demás.

Mientras recordaba la cara de Ian ante su nueva experiencia y veía a los dos chicos disfrutarse la vuelta en el tren, recordé que cuando estábamos en el hospital, Ian era el único menor haciéndose estudios. Cuando esperábamos nuestro turno para el electrocardiograma, salió un caballero bastante mayor, supongo que lo acompañaba su hija. Este señor experimentó con Ian un momento de fantasía vs. realidad. Mientras lo observaba, no se cansaba de piropear al pequeño, imagino, habrá recordado a sus propios nietos. Puedo jurar que a ese señor le brillaban los ojos mientras observaba el ánimo de Ian y le acariciaba el pelo. En ese instante, me hizo la gran pregunta :"¿ El no es el que viene a hacerse estudios verdad?' Mi contestación logró un cambio de fantasía a realidad, y pude notar como los ojos le dejaron de brillar y como su semblante cambió. Su tristeza me dolió, y me hizo recordar que vivo la fantasía de que esto sea un sueño, pero mi realidad no me permite cerrar los ojos. Que mi fantasía seria que mi hijo no tuviera el corazón roto, pero en mi realidad, supongo, que necesitaba esto para aprender a entender, a vivir, a superar. Cometí el error de no sacarle una foto a ese caballero con Ian, de no darle mi número de teléfono, de preguntarle si lo vería en el hospital en estos próximos días. Debí buscar la forma de mantener contacto con él, porque cuando Ian se mejore de su cirugía y vuelva a vivir la realidad  de mostrar su voluntad tan fuerte, nada me haría mas feliz, que ver el brillo en los ojos de ese caballero. El brillo de la felicidad de pensar y ver, que aun con las circunstancias, la realidad, MI realidad, es que mi hijo es un niño sano.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Entre empanadillas, deportes y una cirugia

Cuando se acerca el momento de las aventuras guerreras de Ian, toda nuestra pequeña familia sufre un desmadre; incluyendo el perro. Todo representa mucha dificultad, hasta lo más mínimo. No es solamente el hecho de todo lo que tiene que pasar el, también tenemos que sufrir la separación de Jan. Durante el tiempo que nos pasamos procesando las cosas que hay que hacer, también nos trabaja la mente en cómo vamos a reaccionar, nosotros ante el dolor de Ian, el ante su propio dolor y Jan ante la  lejanía; aunque solo estemos a dos horas de él.

Esta vez se me ha hecho increíblemente difícil procesar el hecho de que debo explicarle a Ian por lo que va a pasar. A la vez, temo, que si se lo explico ahora, ya para el día de la pre admisión y la admisión lo haya olvidado, o por el contrario que no quiera ir al hospital. Sobre todo porque Ian conoce muy bien, para que es el hospital. En ocasiones nos resulta gracioso que ante el mínimo dolor, o cuando se arranca los cueritos de los dedos nos diga, “tengo que ir al hospital.” También durante este proceso, el déficit de atención y la hiperactividad de Jan se activan a su máxima potencia, logrando que a su vez, mi paciencia llegue al límite. Cuando me siento en el sofá de mi casa, a permitirle a mi espíritu que choque con las paredes, me pregunto: “¿Qué carijos les pasa a los adolescentes cuando sin medir consecuencias empiezan a traer muchachitos al mundo?” Creo que voy a realizar una propuesta de cuido de mis hijos para adolescentes, luego de un día con mis criaturas, no solo tendrán una experiencia religiosa, es casi seguro que se les va a quitar el deseo de “meter las patas” o al menos se comprarán un bendito condón.

Junto con todas las situaciones que hay que analizar, tenemos el hecho de que mi esposo y yo pertenecemos a la clase media del país. La cual para la mayoría resulta como acomodada, pero la realidad es que no podemos darnos el lujo ni de tener cable TV. Así que cuando los médicos nos hablan de cateterismos y cirugías, rápido aparece una brigada de buena gente y en menos de lo que nos imaginamos, estamos  en una cancha alimentando al publico de un juego de baloncesto, o en un parque aportando al hígado de los jugadores de softball.

Tengo que dejar claro, que para este último torneo, pude disfrutarme grandemente, la calidad humana de muchas personas. El cielo estaba negro y nos encontramos a punto de cancelarlo todo. Pero la perseverancia de quien quería ayudar pudo más que las nubes grises. Me consta que muchas personas en su pensamiento elevaron su cara al cielo y soplaron para que esas nubes grises se movieran y el Señor nos regalara un sol brillante, que seco el parque y que permitió que 6 equipos, no solo se divirtieran, sino que demostraran su gran deseo de ayudar a mi hijo. En ese torneo, aun cuando la gran mayoría eran adultos, pude ver que solo por ayudar, se separan los niños de los hombres. Ese día pude ver que mi país puede sobrevivir, porque está lleno de gente buena. Ese día por mi hijo, el que llegó, ayudó, cooperó, participó, tenia bien presente el mensaje del anuncio de Coca- cola©. Ese día todos por Ian, jugaron a que el mundo los necesitaba.

jueves, 16 de agosto de 2012

Miércoles

Odio los miércoles, así, como con pasión. Quedan justo en la mitad de la semana, empiezan más temprano y terminan mas tarde. Me traen recuerdos dolorosos. Un miércoles me vendieron un sueño, supe que Jan tenía  discalculia, y que Ian tenía el corazón roto.

Los miércoles tengo que cruzar un pedregal hacia la escuela de Jan y correr una autopista para llegar al cuido de Ian. Un miércoles el lacio de mi pelo rizado empieza a sufrir. Las tacas me matan los pies y mis estudiantes están más activos que nunca. 

Un miércoles, recordé que fue la primera operación de Ian, un miércoles será su segunda cirugía. Y tratando de organizar mi mente, un miércoles me di cuenta que ya no tengo depresión, aunque si una ansiedad de madre, un miércoles pude notar que la ropa ya no me queda como antes.

Un miércoles sentí la necesidad de huir y de gritar, de sacarme de encima todo el dolor y el duelo que cargo. Quise trabajar una auto terapia, pero las musas no me funcionaron, y las neuronas se cansaron.  Un miércoles no me encontré, porque estaba completamente pérdida en mí. Un miércoles a punto de cruzar la línea fina de la insanidad, el reloj tocó las 12am y gracias a Dios fue jueves.

domingo, 5 de agosto de 2012

Salí de Compras


Como todo comienzo de año escolar salí a hacer compras. Algunas fueron compulsivas, no es fácil dejar un vicio. Otras fueron hechas con cuidado, en algún momento solo hice un "window shopping".  En este verano no compre sueños, bueno, la realidad es que en el proceso ermitaño que pasé en el verano, gracias a Dios nadie me ofreció ninguno. Y el último que compré, caducó el 30 de julio; se pudrió.

 Pero, no pude evitarlo,  al salir de compras, de forma compulsiva, adquirí 5 blusas en un fin de semana. De igual forma he comprado varias canciones. Entre vuelta y vuelta he adquirido par de amigos nuevos, solo que esta vez me he asegurado de preguntarles si vienen con garantía extendida. Aunque tengo que aceptar que las garantías extendidas, vienen con unas letras pequeñas que la gran mayoría de nosotros no leemos; pero en las que confiamos.

Esta vez no compre sinceridad, ni sarcasmo, los frascos están a tope. Además no me vendría mal, manejar un poco mis ataques de sinceridad y sarcasmo; por mi propio bien. Eso sí, me compré un poquito de valor, para aguantar, superar, y ganar, la batalla que tendremos pronto con Ian, más las misas sueltas. También compré algo de felicidad, aunque la usaré con cuidado, eso de andar por ahí toda extasiada tampoco es muy saludable. No me podía faltar un buen frasco de paz, sobre todo interior, por aquello de acabar de entender, que no todo es personal y que cada evento negativo, en el fondo tiene algo positivo. Fe, no compré, de esa también tengo demás.
 Con tantas compras, no verifiqué el balance de la visa de mi vida, pero sé que todavía me queda balance para comprar fuerza de voluntad, esa  la quiero comprar de forma compulsiva, para que nunca me falte. He dividido mi cuenta bancaria entre cosas importantes y sueños. Solo hay balance para las cosas importantes. Después de hacer un análisis de que hasta el crédito de vida más maltratado se puede restablecer, saque la visa de la gaveta de los panties, donde la tenía guardada. Como dijo mi amiga Anuchka, "you never know". Al final, quien sabe si luego de tanta compra, también me gano el Ivu-loto.

lunes, 23 de julio de 2012

Examen


Me queda una semana de vacaciones, junio pasó lentísimo, pero julio voló. En este verano experimenté un sinnúmero de cosas, dolor, tristeza, angustia, felicidad, emoción, coraje, aprendizaje. Según llego al final de la jornada de mi descanso laboral y me preparo para un nuevo comienzo, hay sentimientos que han mermado. El dolor es menos, la tristeza es leve, la angustia es superflua, la felicidad se ha vuelto necesaria, la emoción deseada, el coraje se lo dejaré al karma y el aprendizaje es continuo. No voy a entrar en luchas internas sobre el porqué no saqué tiempo para enamorarme de mi en el verano como dije que lo iba a hacer. Tampoco es necesario atar cabos de porque perdí tanto tiempo pensando en banalidades.  

Hace un tiempo hablaba con una de mis sobrinas, sobre los procesos de la vida, le explicaba que aun cuando yo conocía lo que pasaba por su mente, porque yo también había tenido 16 años, le dejaba claro que de los golpes se aprendía. Que había experiencias que lamentablemente tenía que pasar, porque de algo había que aprender. Este verano, no puedo decir que estuve trepada en el ring de mi vida a puro “jap” porque les miento. Si, tuve mis momentos difíciles, pero también tuve muy buenos momentos. Sin embargo, siento que en estos dos meses tuve que hacer el examen de lo aprendido en estos últimos años. No fue un examen fácil, es algo similar a los exámenes de la universidad con los que los profesores nos hacían temblar. Esos que ellos llamaban final, final. Lo difícil realmente de un examen de ese tipo, es el hecho de que en un semestre se discuten miles de cosas y aun cuando tu libreta este llena de apuntes, no estás tan seguro de que debes estudiar. Imaginen esa dinámica con varios años de experiencia acumulada y con los apuntes en la libreta de tu cerebro borrados por el tiempo, las lágrimas y un montón de sentimientos.

La nota de mi examen no la sé, tampoco estoy segura de cuando me llegue el resultado. No voy a sentarme a esperar al cartero, ni a rebuscar en mis apuntes del cerebro en que parte fallé. El proceso banal de buscar culpables carece de sentido y más aun de madurez. Puedo asegurar que mientras hacia esa prueba, pude refrescar ciertos puntos. Que me recrimine en ciertos ítems, si lo hice, que me destruí en otros, también, que me abofetee mentalmente en algunos, claro, que jugué al tin marin en algunos importantes, no lo niego. Pero no mentí, contesté todo lo mejor que pude y con el corazón en la mano.

Ahora me toca utilizar lo que me dejó con dudas para superar mis momentos de decaimiento. Es momento de mirar a mí alrededor y estudiar cuidadosamente a quien me rodea. Cuidar mi confianza y no darla en bandeja de plata a cualquiera con mente de lobo y cara de oveja. Si no cuido mi confianza, nadie lo hará por mí. Tengo que llenar de vitaminas mi estima para que se vuelva muy saludable y por consiguiente dejar de pensar que tan necesaria es la opinión de los demás. Que no es cuestión de ser buena gente, si no de ser provechosa y más que nada ser completamente real, transparente, no tanto por fuera, pero bien importante, por dentro.

Al final del cuidado personal, cuando le dé la importancia a lo que se lo merece, entonces podré inicial ese amorío conmigo. Si quiero tener una relación verdadera conmigo misma, debo dejar de mentirme, de hacerme daño, y debo de dar tiempo a que el cariño renazca. Quizás puede que sea un proceso lento, tampoco quiero apresurar a “misma”.  Pero en el instante en que ponga los pies en la tierra y solo mantenga en mi ser las verdaderas prioridades de lo que significa crecer y aprender por mi propio bien; ese día seré fuerte. Sentiré amor real por mí, mi fortaleza y estima serán muy saludables y habrá una gran fiesta. Y créanme ese día, voy a botar la casa por la ventana.

martes, 10 de julio de 2012

Blue


El año antes de quedar embarazada de Ian, repudie muchas veces el término depresión. Era simple, estaba demasiado ocupada trabajando, estudiando y “bregando” con lo mejor para Jancito, por lo que no tenía tiempo para deprimirme. El año que quede embarazada de Ian, a pesar de haber pasado por 2 amenazas de aborto, tampoco tenía tiempo de deprimirme, seguía demasiado ocupada, cargando una barriga, trabajando todo el día y preparándome para el comprensivo de mi maestría.  El año que nació Ian, llore muchísimo, pero no me deprimí. Continuaba demasiado ocupada leyendo y  educándome sobre lo nuevo que llegaba a mi vida, buscando apoyo y preparándome para una cirugía. El año que le siguió, seguí demasiado ocupada trabajando y educando a otros para ser buenos maestros, Ian me había dado una tregua, todo parecía estar normal. Y llegó este año, y fue como un acumulo de peso en el sistema, y por razones relacionadas a la ambigüedad de las personas, ya no tenía mucho trabajo, el ocio se apoderó de mi vida; y me deprimí. No solo me deprimí, sino que tenía esta sensación de sentirme en extremo azul.

Sentirse azul es entrar en el mundo de la pena, del dolor, es sentir que una mano grande te aprieta el corazón, es andar a la par de la melancolía, es cruzar esa línea fina entre la tristeza y ese sentimiento de que nada tiene sentido. No importa si hay un mundo de cosas a tu alrededor que te ayuden a superar, a salir, a ver que hay porque luchar, solo se quiere llorar. Cuando me deprimí, permití que la estupidez humana y la anorexia se apoderaran de mí. En varios meses de 180 libras llegue a 155, no podía probar bocado, se me cerraba la garganta y solo quería llorar. Un fuerte dolor en las coyunturas me alarmó, salí corriendo a la oficina de la doctora. De solo verme la cara, fue al punto, me dijo: “tú estás deprimida y tienes que medicarte”. Mientras hablaba sobre lo mejor para mí en términos médicos y casi me convencía de entregarle mi vida a un antidepresivo, tuvo la delicadeza de explicarme el único efecto secundario del medicamento, y así como si estuviera pelando un guineo, la muy “jocosa” me dijo: “Tómatelas y ya verás como mejoras, el único efecto secundario es que no tendrás orgasmos”. O sea yo quería dejar de sentirme azul y con semejante alivio iba a terminar violeta.

En aquel momento contaba con dos personas que me dijeron que si me lo proponía, podía salir de mi depresión y que mejor forma que haciendo lo que más me gustaba; escribir. Una de esas personas, me hizo ver que era normal deprimirse, mas no era saludable quedarse ahí, estancado, ahogado, en el fondo. En el vaivén de mi auto terapia para salir de la depresión, muchas veces toque fondo, y subí a la superficie. Tuve incluso momentos donde sentía que estaba casi a flote y una corriente me arrastraba a lo profundo. Momentos donde las musas jugaban conmigo, y cuando mas apetito sentía, llegaba la anorexia y cerraba mi garganta. Pero, poco a poco volví a ser yo. No puedo dar por sentado que a veces tengo mis momentos, donde me canso de ser fuerte. Hay veces que simplemente quisiera un espacio y dar a entender que soy humana igual que los demás y que es normal que me sienta triste, melancólica, sobre todo cuando se coloca en entredicho mi sinceridad y cariño hacia los demás.

Este verano me llenó de terror, pase al principio por muchos acontecimientos que pensé que me darían ese tonito azul otra vez y si, no voy a negar que un 15 de junio; lloré. Lloré de dolor, de angustia, de tristeza, de coraje. Lloré de pensar en cómo a veces me dejo llevar por los ánimos de los demás, de porque fulanit@ no me habla, o porque perensejit@ no me escribe, incluso cuestionando porque zutanit@ es tan ambigú@. Cada persona lleva su vida como quiere, para eso es su vida. Lo importante es que a pesar del sentimiento que tenia y que me hizo llorar; no me sentí azul. El tiempo que he pasado pensando en tantas cosas, ha hecho que me dé cuenta, que aun cuando el proceso de tristeza es natural y sentirse azul también, lo importante es que querer salir. Que si uno quiere sumirse un ratito en ese trance, por el hecho de querer llorar a lágrima viva, tiene el derecho de hacerlo. Que a veces tocar fondo, te hace salir a la superficie más fuerte, pero si te quedas mucho tiempo, también puedes salir más duro.

Este año no fue fácil, perdí gente que apreciaba, por lo que no puedo asegurar que el próximo sea mejor. Tampoco puedo dar por sentado que no me voy a poner azul en algún momento, aunque preferiría ponerme verde. Mientras las circunstancias siguen ocurriendo, yo seguiré en mi auto terapia de escribir. Bien dijo Mario Vargas Llosa: "Se escribe para llenar vacíos, para tomarse desquites contra la realidad, contra las circunstancias." Mis circunstancias no me van a ganar, y cada vez que caiga voy a salir, a levantarme, con todas las alternativas posibles. No puedo poner en juego mi salud mental y mucho menos mis orgasmos.

martes, 26 de junio de 2012

Un corazón complejo


"Un corazón complejo", esas fueron las palabras del cardiólogo cuando entramos a su oficina en la última cita. No me las dijo a mí, se las dijo a sus residentes. Trataba de recapitular con mi esposo, lo que significaba que Ian tuviera ese tipo de corazón. Repetí como un loro las palabras de los dos médicos que nos atendieron ese día. Solo que mi voz tenía un cierto aire de incredulidad, como si le dijese: " ¿Puedes creerlo?".

 Desde ese día he tratado de repasar de un modo u otro los 3 años de vida de Ian. Y las veces durante mis 36 años que me he sentido como si tuviera un corazón así. Pensé en esa frase que normalmente repetimos los que nos "creemos que sabemos mucho", "la ignorancia es atrevida". Viendo como mi hijo ha superado sus batallas, definitivamente es mejor vivir en la ignorancia. Saber mucho, lastima profundamente.

 Ian se enfrentará pronto, prontísimo, a su segunda cirugía, ya no es tan ignorante al dolor, pero ser pequeño le ayudará a levantarse airoso de esa batalla que le tocará vivir. Yo por el contrario, el ser tan grande no me da una ventaja positiva a mis batallas. Se supone que saber, conocer mucho, me ayude a buscar las estrategias de lucha para ganarlas. Sin embargo, mientras más sé, mas se complican las circunstancias.  Y me reafirmo en que no conocer ciertas cosas, resulta a veces mucho más productivo que querer comerse el mundo conociéndolo todo.

La ignorancia le da la fortaleza a mi hijo de brincar y correr, aunque eso signifique una pierna amoratada luego de un cateterismo. Le da la fuerza para montarse en tribuna cuando quiere algo al momento, le da el ímpetu de reír a carcajadas aunque luego termine exhausto. Debería aprender un poco  de  Ian. carcajearme más y pensar menos.

Debo avanzar a aprender de Ian a superar sus batallas mientras es ignorante. Porque como todo proceso humano crecerá, conocerá que tiene un corazón complejo, y lo usará en mi contra. Solo espero que cuando llegue ese momento, ya la complejidad del mío este superada. Así sabré que decirle ante sus chantajes: "¡Ian deja la "pendejá" tu corazón está cubierto por una capa de hierro, y el de mami gracias a ti también!                                                           

Nota: El término de "cubierto por una capa de hierro" se refiere a fuerza, no dureza.

jueves, 21 de junio de 2012

Compradora compulsiva

Soy compradora compulsiva de blusas, mahones, canciones, amigos, sueños e ilusiones. No malinterpreten el concepto de compra de amigos. Pero a veces eso parece, porque algunos de mis "amigos" vienen sin garantía extendida. También compro de forma compulsiva borbotones de sinceridad. Eso y el exceso de ilusiones y sueños, me deja con una crisis de sinceridad y un empache de emociones por el cual termino vomitando circunstancias y realidades. Una de ellas es el hecho de que me propuse comenzar un amorío conmigo este verano. Es necesario, obligatorio, inminente, tiene que pasar; porque si. Pero el verano se ha ensañado conmigo, haciendo que tenga diversos momentos de amor y odio  con "misma". Se ha burlado de mis ánimos, sueños, ilusiones.  Y me ha tirado el bulto de todo lo que creo importante junto a mis 36 años en la espalda, justo encima de la cintura. Y me corroe el alma, no tener suficiente saldo en la visa de mi vida para comprar mas fuerza de voluntad, mas valor, mas amor propio. Me jode, hablando de crisis de sinceridad, que cuando me venden un sueño, por el contrario la bendita "tarjeta" no me salga "declined"; a ver si así me desisto de comprar irrealidades. Llega el momento en que siento temor de pedir un reporte de crédito de mi vida. Siento terror de que el resultado sea un fraude de vida. Y no para el beneficio de los demás, sino el mío propio. Esta vez no voy a colocar un "deadline" de cuando hacer algo positivo con mi "crédito". Ni tan poco voy a entrar en meras conjeturas de como mejorar o quitarme el vicio de compradora compulsiva. Sé que en algún momento haré algo al respecto, la próxima semana, al final del verano, o bien el próximo año. Lo importante es que ya esta hecho el primer paso en el proceso de rehabilitación. Ya lo he aceptado. Solo me queda despertar del sueño, y cortar la visa por la mitad.

martes, 5 de junio de 2012

Cambios

Y aquí estoy, hundida en un mar de sentimientos, de dudas. Con un vacío en el corazón y un montón de escritos inconclusos guardados en los cajones de mi cerebro. Estas semanas he sido fuerte, pero también me he cansado de serlo. En estas semanas he perdido y he ganado. Increíblemente, luego de pensar y pensar, de escribir y no acabar, de llorar y reír, llegue a la sabia conclusión de que gané más de lo que perdí. Mi circulo de amistades sufrió un cambio radical, y yo cada día que pasa también. Y viendo como pasa el tiempo, viviendo de sucesos y tratando de vivir mano a mano las aventuras de mis hijos, me di cuenta, esta vez sin soltar una lagrima; en como me estaba lastimando a mi misma. Pude ver, porque no me atrevo a jurar que lo entendí, que el vacío creado por un padre ausente, solo puede llenarlo la presencia de un padre, pero a mis 36 años, yo ya no necesito un papá. Que aferrarme a unas amistades pensando que pueden llenar ese vacío, solo lograra que el mismo sea mas grande o que se creen otros vacíos. Pude ver como me puedo convertir en mi propia enemiga solo por tratar de hacer feliz a los demás. Y pude experimentar eso de perder el amor propio, por amar a los demás. Estas semanas perdí gente que yo consideraba importante, de hecho quise escribir sobre esas perdidas, pero bien dicen que bajo coraje no se debe escribir nada; por eso creo que están mis escritos inconclusos. Según pasa el tiempo y se me calma el coraje, la angustia y la decepción, voy cayendo en tiempo de que el yo considerar a una persona importante no será necesariamente reciproco. Y que perder gente de mi circulo de amistades, es un proceso, una etapa. Es algo así como una sobre población, se tienen que ir unos para que lleguen otros. Lo positivo de que se fuera cierta gente, es que se intensificaron sentimientos y lazos con otras personas. Lo negativo, es que quienes se fueron yo los consideraba mas que mejores amigos. Sin embargo estos cambios hicieron que me diera cuenta que tengo unas prioridades en mi vida, que por agradar a otros, estaba dejando como opciones. Que la realidad es que solo importa mi vida, la de mis hijos y las aventuras que vivamos juntos. Que aun cuando gozo de la amistad de excelentes personas reales, tengo que volver a iniciar este amorío conmigo, con mi persona. Que tengo que aprender a ser mi amiga, a darme una palmada imaginaria todos los días y establecer que la vida sigue con gente o sin ella. El vacío, seguirá vacío, las historias están algunas muy bien acomodadas, otras están apiladas y algunas están donde sus protagonistas quieren que estén. Puedo dar por sentado que nadie esta obligado a hacerme parte de su historia y que por consiguiente yo puedo cambiar mi historia a mi beneficio las veces que sea necesario. Dándome la oportunidad de curarme las rodillas por las veces que tropecé en la misma piedra, he decidido buscar papel de periódico y guardar las pocas figuras que quedan en mi pedestal. Junto a ellas guardaré los pomos de "crazy glue". Solo queda una figura en lo alto, pegada muchas veces y pegada a la tablilla con pomo y medio de "crazy glue"; yo.  La biblioteca esta bajo llave, quedarán afuera, solo par de historias nuevas y las que son importantes continuar. Este verano empieza el reto de aprender a darme valor, de amarme, de ser mi amiga. Esta vez pienso darle la razón a quien me reprocho que todo era Martaraquel, tienes razón "sabia", el mundo gira a mi alrededor, porque el mundo; soy yo.

domingo, 13 de mayo de 2012

Soy madre...

Ser madre no es parir con dolores, porque yo soy madre y no parí, ser madre no es lactar, porque mis senos fueron succionados por una maquina para que mi hijo menor supiera lo que era la leche materna. No me hace madre que dos niños me digan mami. No me hace madre dar pena por las necesidades de mis hijos. Me hace madre, verlos respirar, verlos despertar, me hace madre anteponer sus necesidades a las mías. Me hace madre no comer si eso supone que mis hijos por alguna situación se tornan inapetentes. Me hace madre esperar en una sala de espera en cuerpo, mientras mi espíritu está en un quirófano. Me hace madre, buscar hasta debajo de las piedras, las alternativas para que mi hijo mayor salga hacia adelante, aun cuando la frustración se apodera de mi. No me hace menos madre, decir con una sonrisa en la cara, que mi hijo menor tiene un corazón roto, porque el entusiasmo de mi hijo no me permite sentir tristeza por su condición. No me hace menos madre, sentir deseos de tirar la toalla, cuando las cosas salen mal con mi hijo mayor, porque soy madre, pero no dejo de ser un humano. No me hace menos madre, querer cruzar el umbral de mi puerta en busca de espacio sin juguetes y gritos, porque todos merecemos un descanso, hasta mis hijos de mi. Soy madre, porque lucho, porque amo, porque a diferencia de las que paren, yo cargo las marcas en la pelvis. Soy madre, porque la vida, lo quiso así.

lunes, 7 de mayo de 2012

Coleccionando canciones


Colecciono canciones, pero tampoco es que sea una "freak" de la música. Con esto, quiero decir que no te sé identificar un instrumento de viento o de cuerdas en una canción. De hecho, no sirvo para calmarme con música instrumental. Parece que me calmo tanto que entro en un stress del asco. Sin embargo, siempre le encuentro un detallito a las canciones que me identifican grandemente. Por ejemplo la banda Amaral, tiene una canción que se llama "El universo sobre mí" y siento que quien la escribió estaba pensando en mí. Igualmente la frase " no trates de caminar por el dolor descalza" de una canción de Camila; me identifica.  La de Ricardo Arjona que dice "la luz de neón del barrio sabe que estoy tan cansada" también va conmigo a la perfección. Son muchísimas frases, no me da un escrito para todas. Algunas de ellas pueden parecer tan tristes, otras de alguna forma son para levantarme el ánimo, (como la de "aquí voy" de Jesse y Joy), ese que es juguetón y se arrastra y da vueltas como gusto y gana le da en mi vida.

Para ser sincera, si no lo han notado ya, tengo una relación de amor y odio con "misma". Puedo levantarme, mirarme al espejo y darme una palmada imaginaria en la espalda mientras me digo: " Martaraquel, hoy si, va a ser un buen día", para con la misma, en el mismo segundo, mirarme con amargura y decirme: " como si te lo merecieras". Tranquilos, no tengo trastorno bipolar ni mucho menos múltiples personalidades, eso si, tengo muchos fantasmas que adoran lo juguetón de mi ánimo y hacen fiesta. Y en medio de los “up and down moments” de mi ánimo de montaña rusa; llega Alejandra Guzmán. No podemos negar que ella no es necesariamente la dulzura hecha canción. La voz grave de Alejandra no necesariamente enamora. Pero, se le ocurrió cantar sobre amor propio y ahí se jodio Martaraquel. La canción lleva por título  "Necesito Amarme", y mientras la escuchaba, podía sentir como con cada palabra limpiaba el piso con mi persona, con mi vida, con mis sentimientos, con mi corazón. Podía sentirme reflejada, como si ella hubiese sido mi mejor amiga y decidió contar mis sentimientos en una canción.

La realidad es que, esta bueno ya de echar culpas, a mis fantasmas, a la gente, a mi alrededor de cómo me siento. Ya esta  bueno de luchar conmigo, y de dejarme tirada en la lona del ring de mi vida. Ya esta bueno de dar pena, de mendigar, de buscar. Si, lo sé, soy predecible y este es el tema central de mis escritos, la plenitud de la felicidad. Y es que sé que hasta que yo no la experimente, no voy a dejar de hablar de ella. Y se preguntaran, ¿Cómo está tan segura de no haberla experimentado? Fácil, porque aunque soy un aborto de la matemática, hay algo que desgraciadamente hago, mido el amor, el cariño, las intensidades por cantidades. Para mí, las palabras mucho, demasiado tienen un peso cañón. Y me la paso buscando cantidades en la demás personas en vez de buscarlas en mi. ¿Qué tanto me quiero, amo, valoro? No mucho por lo que veo, no demasiado, cuando me identifico tanto con una canción.

Me preguntaba a mi misma recientemente, si este berrinche será parte de esa transición de los 35 años que me gasto. Si es normal en este tiempo para cada mujer, tener esos momentos de querer huir, correr, llorar y si se me va a quitar una vez entre a la otra mitad de la treintena. Quedan varias semanas para mi cumpleaños número, no me hago a la idea todavía 36, y no sé si esperarlos con ansias a ver si esto va a cambiar o si de una buena vez me voy a decidir a dejarme de pendejadas. Mientras lo analizo y tomo una verdadera determinación, me sentaré en el sofá y cantaré un pedazo de la canción de LOVG “Apareces tu” que dice: “Me ha sonreído el espejo hoy, me he decidido a levantar la voz, me he despedido a mis fantasmas hoy, y me he gustado tal y como soy…”



martes, 1 de mayo de 2012

De Bibliotecas y pedestales


 He tenido una semana difícil, extremo difícil, para ser sincera. Y ha sido paseándome por mi biblioteca,  esa que guarda los recuerdos y los muchos capítulos hechos libros, donde todo se ha puesto peor. Pude sentir adentrándome en ciertas historias el flagelar de mis fantasmas. Sin embargo, queriendo olvidar unas historias con otras, he notado el santo desmadre que se ha formado. Mi biblioteca, que irónicamente, está al lado de mi pedestal ha sido víctima del inclemente paso de un huracán de sentimientos y emociones. Quizás se puede deber a que mi biblioteca está demasiado ligada a las personas que adornan mi pedestal. Cuando decidí hacer la inversión en “crazy glue”, tomé otra determinación, coloqué un poco de ese maravilloso líquido en la base de algunas de mis personas. Pero, he notado que algunos tienen un material poroso, inmune al pegamento y sin importar que tan lastimada yo termine con el proceso; ellos insisten en caerse.  

Y así ha sido el desmadre que he encontrado en mi biblioteca, libros rotos, descompaginados, sin portadas, sin personajes, desaparecidos. Imagino que en algún instante de mis “sweets and sours moments” me perdí y no noté, que varias páginas se rompieron, otras pasaron, varios capítulos han quedado inconclusos, algunos se terminaron, y uno que otro libro se ha cerrado, y lo peor, también alguno se ha perdido. Lo triste del asunto es que con cada proceso se cayó, rompió, perdió una que otra figurita de mi pedestal. ¿Qué lo hace más doloroso? Nadie me dijo me voy, se acabó, nadie dijo adiós. Es ahí donde pienso y me culpo, ¿en qué fallé? Mientras trato de contestar esa pregunta, de la cual hace mucho tengo respuesta, pienso también, en la habilidad que tengo para confiar, creer, querer, amar. La facilidad con la que puedo sentir empatía y dar de mí a los demás, para que vean que no están solos.  Pero definitivamente, en algo debo estar fallando.

 ¿Y si reviento el pedestal?, ¿y si clausuro la biblioteca?, ¿qué tal, si dejo de creer, de confiar? Quizás, hacer un “downloading” egoísta, me ayude  a  separar lo que creo ser de lo demás. Quizás, pensando en mí y menos en los demás, o en lo que creen los demás; puedo ver la vida en otro sentido, de otra forma.  ¿Y si dejo de esperar? Pero, es que se me hace cuesta arriba, porque algunas de mis figuritas de la nada me sorprenden. Son esos detalles, los que me dejan en vilo y vulnerable ante los golpes de sentimientos. Lo más difícil, de buscar respuestas ante tantas preguntas, es discernir la importancia que merecen esos eventos por los que paso. Entonces, entre tanto pensamiento y análisis, puedo llegar a comprender, que mantener un pedestal y una biblioteca implica crecer. Y crecer, a su vez, implica madurar y madurar te enseña que tienes que entender que las figuritas se tienen que caer y los capítulos con sus  libros se tienen que cerrar; sin explicaciones. Ya llegaran otras personas, se escribirán otros capítulos. Si quiebro el pedestal, ¿dónde me acomodo yo, mis hijos y la gente que nunca me abandona? Si clausuro la biblioteca, ¿dónde quedan las buenas historias que puedo recordar y contar a mis hijos?

La inversión de “crazy glue” sigue en pie. La idea de seguir pegando mis figuritas es una determinación. Mi biblioteca seguirá abierta, junto al pedestal, no puedo asegurar si continuará funcionando para el que se va, pero si estará 24/7 para el que se queda. Bienvenidos a su reinauguración, tome asiento y disfrute de una buena historia.

miércoles, 18 de abril de 2012

Me quiero despojar


Me quiero despojar, hoy quiero quitar lo que me estorba. Quiero quitarme las sandalias y sentir el frío del piso. Soltarme la correa y el sostén, a ver si dejo de sentir tanta presión. Pararme de frente a la puerta, que es donde más lejos puedo llegar, cerrar los ojos, sentir el aire en la cara; y gritar. Liberar mi ansiedad, mis temores, lo que me agobia. Gritar tan alto y fuerte que pueda escuchar como se "crackean" los cristales cercanos de mi casa, dándome a entender que mientras más agudo es el sonido, más es el alivio y menos la presión. 

Y despojarme de mi tristeza, de mi dolor, de mi angustia, de mis miedos, de mis fantasmas. Esos que viven conmigo, en mí. Y no es que tenga poderes especiales, ni mucho menos un "guillecito" a "six sense" con su " i see dead people"; son esos fantasmas que entran en nuestras vidas desde pequeños y algunos a veces no se quieren ir. Fantasmas de personas, sentimientos, emociones, que a veces asustan y otras tantas lastiman. Algunos en particular juegan al llamado "poke" de Facebook, y te tocan tanto que sientes que la piel se entumece en cada lugar que tocan. Otros se confunden con mi piel, los demás se cosen. Algunos los trato de arrancar y me quedo en carne viva, los que se cosen, cuando los trato de cortar, desgarran mi alma con la tijera. Y en la lucha, quedo confundida si debo aprender a vivir con ellos o los sigo sacando de mi vida aunque termine hecha un guiñapo.

Pero es que quiero despojarme, quitarme lo que me estorba. Darle paso a lo importante, a lo necesario. A lo que me da vida, a lo que me energiza. Eso, que quiero quitarme lo que me estorba, los hilos que vuelvan al costurero, los fantasmas que se vayan a su inframundo. Yo no soy costurera y ya estoy grande, y la gente grande no cree en fantasmas.

martes, 27 de marzo de 2012

Conforme o ¿no?

Quiero una mucama, una niñera, una montaña y unos buenos pulmones. Si, unos buenos pulmones, porque con la condición física que me gasto, seguro no llego a la cima, ni mucho menos podré gritar. Si yo solo quería que hablaran y caminaran, ahora solo ansío poder usar el baño en paz. Sí, hablo de mis hermosas criaturas y cuando digo criaturas, no me refiero a los “gremlins”; sino a mis hijos. Esas dos personitas que son mi vida, que me quitan el aliento, no es broma; me dejan sin aire los benditos muchachitos.
Si tan solo me conformara, pero… ¿Quién hace eso? Desde pequeña vivo rodeada de inconformismo, deseando lo que otros tenían. Comencé con el cabello, lo tenía largo y lacio (tengo pruebas) pero no, me “emperré” y lo ricé, ¿y ahora? Añoro los martes de “blower”, simplemente porque no soporto mis rizos. Por cuatro años utilicé lentes de contacto color “hazel”, enojada con la genética porque no heredé el color de ojos de mi padre. Por lo que veo, la genética tiene un juego de venganza conmigo. Bueno… siguiendo con la inconformidad, he tenido el cabello teñido de varios tonos. Increíblemente, por tres años fui una “negra” rubia. Debe ser por eso que me gasto en ocasiones mis “blonde moments”. ¿Así, o se puede ser mas inconforme? Pues sí, uso faja y sostén con relleno. Pudiera seguir describiendo lo inconforme que me siento con mi físico, pero la idea no es matar mi estima. Aunque, releyendo todo esto, acabo de darme cuenta que la he acribillado de muerte.

¿Por qué no aceptamos las circunstancias y ya? ¿Por qué no puedo aceptar que yo pedí a gritos que mis hijos hablaran y caminaran? Cuando se es padre, solo se piensa en una cosa, hijos sanos e inteligentes. Hijos que, seamos sinceros, puedas utilizar para darte “guille”. Yo no puedo hacer competencia, a menos que sea de sacar cuenta de cuantas veces digo “¡Jan!” al día, o la capacidad pulmonar que tiene Ian para gritar. Mis hijos no son los hijos que cualquier padre quisiera tener. ¡BAH! Sin embargo, no puedo negar que dentro de sus condiciones y sus guerras, mis hijos saben demostrar lo positivo. Ellos, que me dejan sin aliento, que me incitan a salir corriendo, que hacen que quiera un pasaje para la luna, para España o México, que cuando me veo al espejo veo canas verdes, ellos, siempre están riendo; son felices. Según se gritan, se abrazan, según se pegan, se besan. No puedo negar que el déficit de atención de Jan me salva de no tener que explicar sobre un abuelo materno ausente, aunque no me salva de explicar un trillón de veces que su hermano tiene un corazón diferente. Aunque también me ayuda cuando los peces mueren ya que el duelo dura solo minutos. Sin embargo, ya no le parece interesante eso de tener un hermanito menor. Ian por su parte aun con el corazón roto goza de una maravillosa actividad física, pulmonar y voluntariosa, que hasta el mas sano se la envidia. ¿Y yo? Yo, tengo que conformarme con ellos, porque son lo más maravilloso que me ha regalado Dios, porque son míos, tienen mi sangre y mi nariz. No son perfectos, pero son míos, me roban la energía, pero aquí sigo, luchando con ellos, por ellos. A veces inconforme, a veces demasiado conforme. Solo espero que sean en algún momento mas que agradecidos. Porque espero en mi vejez poder ver mi esfuerzo y cansancio descansar en hombres profesionales que no se conformaron. Eso sí, en el momento en que no pueda sostenerme por mi sola, no seré conforme. Me teñiré las canas de azul, me pondré un sostén con relleno, una faja, mi mejor bata y les diré a mis hijos, “¡ya es tiempo, páguenme el mejor asilo!”