martes, 13 de marzo de 2018

El resumen de los 9 años de Ian

“Solo se puede ver con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.” Antoine de Saint Exupéry

Si echo un vistazo hacia atrás, puedo ver clarito, como si fuera ayer, el día que la sicóloga que tenía mi hijo mayor en ese momento me dijo: “ Las conductas de tu hijo se arreglan con un hermano.” Salta como una película a la que le das “fast forward”, los ojitos tipo “sad sam” mojado y lleno de jabón por el baño que está recibiendo y esa vocecita chillona que te cala: “mami, yo quiero un hermanito”. Luego el sofá y las conversaciones, “¿Qué tú crees?” “No será mucho peso, las cosas no están fáciles.” “Quizás no sea tan difícil.” “Pues el otro ya está mas grande, quizás ayude.” Los meses pasando y la regla llegando con ellos. Un mes más, un mes menos. “Ay ya, no lo intento más” Y como una alarma para el utero, entonces la regla no llegó. “En serio, justo ahora que dije que no lo iba a intentar más.” La ida a la farmacia a escondidas, por aquello de que sea más sorpresa de lo que fue. Una prueba de embarazo dañada, y la otra BOOM! el positivo de la primera tocada con la orina. Joder! Pues sí, estoy preñada. “The breaking news” ¡Estoy embarazada! ¡Estoy embarazada! Las manchas de sangre en el pantie, un latido vago a lo lejos. “Está todavía ahí, solo tienes que descansar. Puedes seguir trabajando.” Los sonidos de unos latidos cada vez que llegaba a la cita. Prueba de síndrome down, prueba de tubo neural, negativo, negativo. Otra vez sangre, mucha más. “Solo tienes que descansar, ¿a que te dedicas? Ah, ¿maestra? Puedes seguir trabajando. NO tengas sexo.” Más latidos, diabetes gestacional, negativo, sonograma 4D de ensueño. “Es un macho, ¡mira que bolones tiene!” El abanico color rosa de mariposas queda descartado. El llanto, el día de San Patricio, verde, “Tu hijo nació con suerte, nació el día de San Patricio, sano y saludable.” El peor llanto vino después. “Septal defect, operación de emergencia, ambulancias.” No se vira, terapia física. Ocho meses después... “No se puede reconstruir, hay que reparar, encontramos otra cosa.” Tres años después, “Ya toca completar la cirugía, no tiene el peso, pero tiene la edad.” Tiempo después, “tiene un líqueo en la válvula, hay que controlarle la presión.” “¿Otra cirugía?” “No, ahora no, después cuando sea grande. Que tome pastillas.” La alarma a las 7 de la mañana y las 7 de la noche. “¿Ese sonido es que me toca la pastilla?” “Si, búscala, dice enalapril.” Ya sabe leer, sumar y le encantan los superhéroes. “¿Te tomaste hoy la aspirina?” “Si.” Ya sabe distinguir los días, aprendió a medio amarrarse los tennis. Ama los legos y le apasionan los libros. Le gustan las matemáticas y las ciencias. Y yo que me hacía una porqueria cada vez que firmaba un papel sobre los efectos de la anestesia. Esta flaco, alto, tiene uno que otro diente chueco. Suuuda, con cojones, y en medio de la cara blanca con los rastros de la sal que bota el cuerpo, la sonrisa de satisfacción de saber que se ha divertido, “Estoy cansado.” Ya empieza a reconocerlo. Si echo un vistazo hacia atrás, parece que fue ayer, cuando llegó ese otro hombre de mi vida. Pero cuando miro hacia adelante veo esos nueve años que cumple el 17 de marzo. Quizás está un poquito roto por dentro, pero el nació el día de San Patricio, con suerte, hermoso, saludable y verde, verde esperanza. “Mami, ¿se puede hacer un cumpleaños en una librería?” Nueve años de aventuras, y las que nos faltan.