jueves, 17 de enero de 2013

La vieja...

Entre mi esposo y yo duerme una vieja. La conocí cuando nos hicimos novios y duerme con nosotros desde el día en que nos casamos. Sí, desde la mismísima noche de boda. He aprendido a compartir mi cama con ella. Esta llena de sentimiento. La vieja no es una persona, es una sábana, o por lo menos lo que queda de ella. Era la sábana con la que se arropaba quien fuera mi suegro en vida; no lo conocí.

Aún cuando sabía que representaba esa vieja, como cariñosamente la llama mi esposo, no fue fácil acostumbrarme a ella. En algún momento de mi matrimonio hemos hablado de darle cristiana sepultura a lo que queda de lo que alguna vez fue una sábana. ¿Pero quien soy yo para enterrar un sentimiento?

Mi esposo perdió a su papá más o menos a la misma edad que nuestro hijo mayor tiene ahora. Son pocas las cosas que le quedan de el. Su auto Nova, que todavía funciona, un par de objetos personales y la vieja. A veces recojo la cama y se me hace difícil encontrarle la forma a la vieja, pero tampoco tengo corazón para salir de ella. Algún día le explicáremos a nuestros hijos su origen. Sólo espero que ellos capten el mensaje del valor sentimental que esa vieja tiene. Nada me haría más feliz, que alguno de ellos, le pida a su papá guardar ese pedazo de tela hecho sentimiento.

sábado, 12 de enero de 2013

Casi 4 años

Siento un apretón en el dedo índice, lo suelta, vuelve a apretar. Al final de mi dedo hay una pequeña mano y mis recuerdos regresan a agosto de 2008. Tenía un atraso, y ya había descartado volver a ser madre. No soporte más y entre a la farmacia. "Una prueba de embarazo por favor", imagino que las mujeres con los nervios siempre dañan una; la caja trae dos. Estaba sola en la casa, justamente, dañe la primera prueba. Me fui por la segunda, quede en una pieza. "¡Joder, estoy preñada!"

Automáticamente caigo en el día de la cesárea, lo poco amable de la anestesista, las palabras de la neonatologa de turno, "Tienes un niño hermoso y saludable, bésalo." Eran las 9:06 de la mañana. Rápidamente recuerdo el día siguiente, ánimos caldeados, el bebé tuvo que quedarse en el nursery. "Un soplito" dijo la neonatologa de ese turno. Las 8:30 de la noche más negra que he vivido en mis 36 años, el cardiólogo poco simpático, "septal defect" ¿Y que carajos es eso? "Traslado de emergencia en ambulancia a San Juan, no es necesario un helicóptero, es posible que haya que hacerle una cirugía mañana, no le den nada de comer." Pero, ¿qué le pasa? Tiene como mucho un día y medio de nacido, quiero amamantarlo, pero ¿qué pasa, es que se va a morir? ¡San Juan! Dios mío, yo no puedo con mi vida, estoy recién operada, quiero a mi bebé.

Vuelvo a sentir el dulce apretón y la risa de un pequeño que salta cada loseta del mall. Ya van a ser cuatro años que nació y se puede sentar debajo de un árbol a contar sus miles de aventuras. Vuelvo a cavilar y estoy parada a su lado en intensivo, solo tiene 8 meses y estoy llorando culpable porque le hice llorar. Estaba sumido en su sueño de anestesia luego de la cirugía. Le cante la canción con la cual lo dormía en casa, "Cual la quietud de un arroyo es La Paz que yo siento..." Se retorció, grito y comenzó a llorar. No sé que me dolió más si verle así o no poder escuchar su llanto por el tubo que tenía metido en la boca. Entonces me quería morir. "¡Mami! Me hace falta un tren. Y me despierta de mi trance.

Como me siento algo decaída emocionalmente, puedo fácilmente volver a mi mundo. "Se le va a hinchar la cabeza más, quizás este aquí hasta 3 meses." Joder con la pediatra de turno, ¿es que ella piensa que yo no trabajo? Él
la hizo quedar mal, y a la semana estábamos en casa. Ya van a hacer casi 4 años que nació y ha vivido ecos, electros, pruebas, vacunas especiales, 3 cardiólogos, 2 cirugías. Y de momento lo miro y pienso que yo no tengo muchos recuerdos de antes de mis seis años. "Èl lo olvidará, los niños son así. Por eso se operan muy niños, porque luego ya olvidan todo lo que pasaron" me dijo el cardiólogo que lo atiende ahora.

Y me pregunto ¿por qué tenemos esa urgencia en hacernos grandes, en vivir otro tipo de vida y en dejar que nos martille el cerebro las miles de situaciones que nos suceden? Todavía me falta tiempo para explicarle que su corazón necesita un cuidado permanente. Tendré que contar historias para que entienda. ¿Y por qué no saco algo de tiempo y me cuento yo misma una historia? Una de esas donde entienda que todo pasa, todo se supera, todo tiene su razón de ser. Él se mantiene en un ritmo estable, yo, ando un poco tambaleada todavía. Tratando de asegurarme, para asegurarlo a él, a su hermano. Mi niña interior me invita a jugar con sus "barbies" baratas, rechazo la invitación, dejándome llevar por el enredo de pensamientos. Ya van a ser cuatro años, de todos modos no sé si quiero que mi hijo recuerde sus aventuras dolorosas. Pensándolo bien, yo tampoco quiero seguir recordando las mías. Mi niña interior se apodera de mi un rato, cojo a mi hijo en brazos, lo balanceo en mis piernas y lo levanto al aire, ambos reímos, por un momento ambos hemos olvidado.

miércoles, 9 de enero de 2013

Resolución de año nuevo

Con el nuevo año he redactado una lista a lápiz, la he colocado en una de las gavetas de mi gavetero mental. ¿La primera en la lista? Hacer dieta, si, si, dieta. Sí ya sé, es una resolución trillada, es la que hace todo el mundo. Solo que esta vez, la dieta que voy a hacer es para mi salud emocional, no física.

Eliminaré hasta donde mi capacidad me lo permita, los gritos. Debo controlarlos, ellos en ocasiones despiertan de forma abrupta a la niña que duerme dentro de mí. Esa niña que ya no llora como antes y que resiente mi crecimiento y a veces insípida madurez. También debo eliminar el tóxico negativismo, el cual afecta de alguna manera la realización de metas y sueños. La baja estima debe también ser restringida, bien dicen por ahí “siembra tu propio jardín y no esperes que te regalen flores”.

Para evitar una subida innecesaria de envidia, eliminaré hasta donde sea posible el dulce favorito de la gente; la crítica. Un dulce que afecta adversamente el corazón y la capacidad de pensar de forma coherente ante las necesidades de los demás. Por lo que incluiré en mi dieta un buen suplemento de empatía. Con ella tendré la capacidad de ofrecer lo que esté a mi alcance, una mano, una palabra, el corazón.  Vitaminizar talentos, intereses, gustos, para sacarles el provecho adecuado y conveniente para una mejor salud emocional.

Hay muchas cosas más, que pueden ayudar a que la dieta logre su función real; el ser mejor persona. Quizás como toda dieta, en algún momento me veré tentada a romperla, sucumbiré a cualquier antojo. Mas lo importante es lograr encontrar la orilla, cuando las olas me arrastren. Si me porto correctamente con mi dieta, lograré una gran hermosa y satisfecha sonrisa. Lo suficientemente bonita, como para que la gente se contagie de mi dieta.   

martes, 1 de enero de 2013

¿Y que espera de mí el 2013?

El 2013 me recibió, sí, me recibió el a mi, con un cuasi dolor de garganta, unos rizos salvajes, un tinte y uñas sin retoque, unos skinny y unas tacas de 3 pulgadas. Me encontró de pie, porque me obligaron, con un vaso plástico que contenía un facsímil razonable de champagne, que no me bebí porque estaba con antibióticos. Me recibió con una sonrisa pintada, pero real, y sin una sola lágrima. Quizás el 31 no era mi día del mes de llorar.

¿Y que espera de mi? Bueno, no voy a entrar en listas largas y elaboradas de resoluciones que son como las dietas. Se motiva uno una semana y ya a la segunda todo sigue igual. No me gusta que me vendan sueños, por lo que no me los voy a vender yo misma. Así que de entrada, no voy a decir que voy a hacer ejercicios, llevo tratando de montarme en la bicicleta desde septiembre y cada vez que salgo a la marquesina escucho una carcajada; seguro es ella riéndose de mi. Tampoco pienso hacer dieta, tengo que hacer arroz casi diario para mis hijos, ¿quién hace dieta así?

Por lo que imagino que el 2013 esperará que yo logre mantener esa armonía en mi interior que tanto trabajo me costó. Aunque quizás espere que según las circunstancias llore mas de una vez al mes. Que me compre un calendario para organizarme, aunque sólo lo use hasta marzo. Que continúe trabajando por el bien de mis hijos y los que adopto cada año. Esperará que mantenga mi escritorio con algo más que un espacio para escribir, y que todos mis planes educativos estén hechos 5 días antes del 30 de mayo.

Estoy casi segura que espera que deje de quejarme de mi falta de carisma. Que le quite importancia a quien no me quiere para bien. Y que valore en gran manera esos pequeños momentos que en su cúmulo me hacen algo más grande, y no me refiero a una eminencia, sino en espíritu, en cariño, en esperanza. Esperará que entienda que mi realidad no esta en lo que los demás le de la gana de ver, sino en ese "bowl" de arena que yo aporte a construir sueños en mis hijos y mis estudiantes, en mi vida propia.

La única resolución que tengo este año y espero cumplir, es cuidar mi salud. Esperando en fe, que Ian me de una tregua, me toca a mi cuidarme un poco más. Faltando 5 meses para celebrar el séptimo aniversario de mi treintena, es importante que me cuide, mis enanos dependen de eso. No espero nada del 2013, bastante tengo con que el 2013 espere suficiente de mi.