lunes, 28 de agosto de 2017

Una aventura llamada Fontan



        ¿Y qué es Fontan?, te preguntarás. Tranquilx, todavía hay ocasiones donde recurro al diccionario llamado Google, para poder decir lo que significa. El Fontan es nada más y nada menos en poquitas palabras, una cirugía que busca cerrar todas las comunicaciones entre los hemicardios derecho e izquierdo y conectar las venas cavas con las arterias pulmonares. Si lo lees así de sencillo, de primera intención puede parecer una intervención muy sencilla, pero no, no lo es. El Fontan es un procedimiento totalmente invasivo, que se le practica a niños con condiciones del corazón. Tiene un número de efectos secundarios, que no tengo la intención de mencionar. 

       Sin embargo, quiero compartir una anécdota que vivimos en la oficina del cardiólogo de mi hijo. En una de las citas post el procedimiento del Fontan, en la clínica pediatría habían practicantes. Cuando entramos a la oficina y el cardiólogo le explicó a una de las chicas, todos los diagnósticos y cirugías de Ian, ella ni corta ni perezosa le respondió: "Esa es la cirugía que puede hacer que le llegue un coágulo a la cabeza." En circunstancias como estas, el mundo se hace chiquito, el pecho se aprieta y el corazón se hace una pasita. No sabemos quién cambió más de colores, si nosotros o el cardiólogo. No voy a entrar en el dilema de si estuvo mal la situación. Simplemente hemos optado por usar el momento como una anécdota que aunque en el momento nos hizo pedazos, ahora buscamos que tenga chiste. Aunque vivir en esta aventura no tiene mucha gracia. 

       Así que tratando de usar las circunstancias en bien de esta aventura, en un año corriente desde hace 8 años celebró vida 3 veces. En esta aventura he aprendido que cada cosa que de una forma u otra haya logrado una mejor calidad de vida para mi hijo debe ser celebrada, con bizcocho; como un cumpleaños. Porque si alguien ha sabido vivir en plenitud 8 años ha sido mi hijo. No sé, si el hecho de celebrarle la vida cada 23 de noviembre, cada 4 de junio, cada 29 de agosto, sea el estandarte a sentirse tan lleno de vida, que no quiere desperdiciar ni un solo momento, de cuando ser feliz y divertirse se trata. Este verano ha sido muy duro para él, ha perdido a una mujer muy importante en esta aventura, a su abuela materna. Y aunque lo que ha acarreado la muerte no ha sido fácil, ha aguantado y superado los momentos, como todo el guerrero que digo que es. 

        Al igual que en una ocasión exigió su derecho a no morir, (porque en el cielo no se pueden tener juguetes) lleva meses exigiendo de igual forma su derecho a ser en su momento, un adulto independiente, casado, con hijos y viviendo en Orlando, Florida. Saben qué, a veces me duele esa madurez, y le digo que me tiene que cuidar como alguna vez lo he hecho y sigo haciendo con él. El muy bandido, me dice que no va a poder ser, porque él ya tiene planes. Acercándose el 29 de agosto, le he mandado a hacer un bizcocho, celebraremos como todos los años desde el 2012, los 5 años de una nueva vida. ¿Cómo puedo negarme a que se forme como hombre y viva en plenitud? La culpa es toda mía, porque mientras esté en mis manos, 3 veces en el año, le celebraré la vida, esa que le da bríos y a mi esperanza.