domingo, 16 de diciembre de 2012

Hoy...

Hoy desperté con una determinación; no parar. Luego de 6 meses de sentirme sobria, de depresión, anorexia, y gente anulada, recibí un traspié. El candado de mi biblioteca fue hecho "cantos" y se cayeron par de libros que tenía guardados. Se creo con esto un gran desorden en las gavetas de mi cerebro y sin más, permití que mi pasión por el momento, fuera más grande que mi objetivo principal; ser millonaria.

Sí, voy a ser millonaria en espíritu, en felicidad, en amor propio, en amor a los demás, en empatía, en superación, en crecimiento, en educación. ¿En dinero? Nah' eso es una nimiedad. No piensen que voy a caer en un ataque de "yoismo". Gritando a los cuatro vientos que hago o dejo de hacer. Porque la realidad es que me consta, no soy de las mejores personas. Hablo con sarcasmo, tiro indirectas, bien directas. Digo malas palabras, grito, cantaleteo, suspiro, miro mal, viro los ojos y sufro de severos ataques de sinceridad.

Pero, ¿saben qué? Dentro de mi "potroneria" tengo un punto positivo, quizás sea mínimo para algunos, pero para mi es el comienzo de algo grande; sé pedir disculpas, sé cuando es suficiente. Sé entender cuando ya mi proceder no lástima a las personas, porque entonces procede a lastimar mi objetivo. Sí, ese, el de ser millonaria.

¿Y por qué estoy tan segura de mi riqueza? Porque cuando alguno de mis estudiantes, pasa de grado o se gradúa, me demuestra que hice un buen trabajo. Porque cuando me hacen un "tag" en una foto en la que demuestran su superación, sé que hice algo bueno. Cuando me visitan mis estudiantes de la universidad, simplemente para sentarse en mi sofá y terminamos hablando de educación especial, me demuestran que pude tocar su fibra. Aumenta mi riqueza cuando puedo demostrarle empatía a una madre desesperada, y decirle todo saldrá bien con tu hijo, la fe te dará la esperanza. Aumenta más todavía, cuando mi hijo mayor dentro de todas las situaciones, se sienta con su hermano y le lee un cuento o le canta para que se duerma. Cuando el pequeño se acurruca en mi pecho sin pedírselo.

Entonces me pregunto, ¿por qué permitir que mi gavetero mental se desorganice? ¿Por qué dejar que las pasiones se apoderen de mi, cuando tengo en la alacena, dos potes extra grandes de amor propio y fuerza de voluntad? ¿Por qué querer reincidir, si 6 meses de sobriedad han sido plenamente maravillosos? Definitivamente, hoy no es el día, ni mañana, ni tan siquiera el 21 de diciembre; de parar. Mirando atrás, al presente y al futuro, el objetivo de hacerme millonaria esta cumplido, pero es una herencia que le dejaré a mis hijos y a los adoptados. Hoy, no se puede parar.

*imagen tomada de la web www.tuyaeresfeliz.com*

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