miércoles, 22 de agosto de 2012

Entre empanadillas, deportes y una cirugia

Cuando se acerca el momento de las aventuras guerreras de Ian, toda nuestra pequeña familia sufre un desmadre; incluyendo el perro. Todo representa mucha dificultad, hasta lo más mínimo. No es solamente el hecho de todo lo que tiene que pasar el, también tenemos que sufrir la separación de Jan. Durante el tiempo que nos pasamos procesando las cosas que hay que hacer, también nos trabaja la mente en cómo vamos a reaccionar, nosotros ante el dolor de Ian, el ante su propio dolor y Jan ante la  lejanía; aunque solo estemos a dos horas de él.

Esta vez se me ha hecho increíblemente difícil procesar el hecho de que debo explicarle a Ian por lo que va a pasar. A la vez, temo, que si se lo explico ahora, ya para el día de la pre admisión y la admisión lo haya olvidado, o por el contrario que no quiera ir al hospital. Sobre todo porque Ian conoce muy bien, para que es el hospital. En ocasiones nos resulta gracioso que ante el mínimo dolor, o cuando se arranca los cueritos de los dedos nos diga, “tengo que ir al hospital.” También durante este proceso, el déficit de atención y la hiperactividad de Jan se activan a su máxima potencia, logrando que a su vez, mi paciencia llegue al límite. Cuando me siento en el sofá de mi casa, a permitirle a mi espíritu que choque con las paredes, me pregunto: “¿Qué carijos les pasa a los adolescentes cuando sin medir consecuencias empiezan a traer muchachitos al mundo?” Creo que voy a realizar una propuesta de cuido de mis hijos para adolescentes, luego de un día con mis criaturas, no solo tendrán una experiencia religiosa, es casi seguro que se les va a quitar el deseo de “meter las patas” o al menos se comprarán un bendito condón.

Junto con todas las situaciones que hay que analizar, tenemos el hecho de que mi esposo y yo pertenecemos a la clase media del país. La cual para la mayoría resulta como acomodada, pero la realidad es que no podemos darnos el lujo ni de tener cable TV. Así que cuando los médicos nos hablan de cateterismos y cirugías, rápido aparece una brigada de buena gente y en menos de lo que nos imaginamos, estamos  en una cancha alimentando al publico de un juego de baloncesto, o en un parque aportando al hígado de los jugadores de softball.

Tengo que dejar claro, que para este último torneo, pude disfrutarme grandemente, la calidad humana de muchas personas. El cielo estaba negro y nos encontramos a punto de cancelarlo todo. Pero la perseverancia de quien quería ayudar pudo más que las nubes grises. Me consta que muchas personas en su pensamiento elevaron su cara al cielo y soplaron para que esas nubes grises se movieran y el Señor nos regalara un sol brillante, que seco el parque y que permitió que 6 equipos, no solo se divirtieran, sino que demostraran su gran deseo de ayudar a mi hijo. En ese torneo, aun cuando la gran mayoría eran adultos, pude ver que solo por ayudar, se separan los niños de los hombres. Ese día pude ver que mi país puede sobrevivir, porque está lleno de gente buena. Ese día por mi hijo, el que llegó, ayudó, cooperó, participó, tenia bien presente el mensaje del anuncio de Coca- cola©. Ese día todos por Ian, jugaron a que el mundo los necesitaba.

1 comentario:

  1. A las personas buenas les pasa cosas buenas! :) solo hay que creer que todavia existe un mundo mejor...

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