lunes, 24 de enero de 2022

Yo no quiero ser grande

“Quién diría que extrañaríamos la infancia, si nuestro mayor deseo, era crecer.”- anónimo

Adultez- ⭐️👎🏼 No recomendada


     Pero, me cerraron “Toys R Us”©, el que no entienda la referencia, hace muchos años había un anuncio televisivo donde la juguetería se promocionaba con el “slogan” Yo no quiero ser grande, soy un niño “Toys R Us”©, para hacer referencia de la extensa variedad de juguetes que tenían. Yo no quiero ser grande, pero me cerraron “Toys R Us”©, y no ha quedado otra que crecer. ¿Saben qué? No estoy complacida con el servicio. Vale, vale, no todo ha sido malo, aclaro, y quizás hay unas millones de experiencias (en 45 años se pierde la cuenta), que como niño no se pueden vivir, pero en el momento en que la vida se pone creativa y te empuja, eso no viene al caso. Yo no quiero ser grande, pero mi juguetería personal, se ha resumido en una terraza llena de plantas y aquí estoy, cubriéndome detrás de una columna vigilando a los delincuentes que han tenido por agrado, comerse mis suculentas, lo que ha abonado a mi caos mental. 


     Que les puedo decir, 43 de mis 45 años, los he vivido como esas imágenes que presentan la velocidad estática con líneas de colores, demasiadas cosas, demasiado rápidas, para darme cuenta que tan jodidos pueden estar los demás. Buscando cómo hacer cantos ciertos comportamientos que pasan de generación en generación y tratar de ser una “grandiosa” madre digna de admirar, por mis hijos, por el mundo. Y de momento, la tierra tembló, y con ella las circunstancias, el empeño, los sueños y la vida. Peor aún, cuando se va acostumbrando uno al tambaleo, llega la señal de “stop” con el cambio de la normalidad, y en vez de la foto que muestra una velocidad, puedes ver y sentir un mundo como un “clock stopper”; lento. Donde de momento puedes ver todo tu caos, y el del vecino, y el de tu amiga, y el de la desconocida que conociste de casualidad. Esos caos, que a veces sin maldad, o con mucha de ella, empiezas a comparar, porque a veces sentimos esa necesidad de dar entender que estamos mejor (porque aparentar me da una paz personal) o dar a entender que estamos peor (porque así justifico mis decisiones sean acertadas o no).


     En fin, con esto de las redes sociales, se estrujan un poco más estos sentimientos, de conocer las situaciones de otros, y algunos intentar empatizar. ¿Saben qué? Las tallas de zapatos son únicas. En estos últimos años he aprendido, que los duelos son personales, y que nuestra escala para trabajar con ellos siempre será directamente proporcional a cómo está nuestra salud mental. He aprendido que cada cual tiene un dolor, que para algunos puede ser insignificante, pero desde los estilos y circunstancias de vida de quien lo vive puede ser el dolor más fuerte y duro. Y he aprendido que cada cual tiene derecho a pataletear, sufrir y manejar ese dolor desde donde su nivel de tolerancia le permita trabajarlo, siempre y cuando esto no signifique colocar en riesgo su vida o la de alguien cercano. Hoy me levanté con la intención de resolver varias cosas, de las cuales sólo resolví dos, y de la nada me ha caído una totalmente nueva y desafiante. También dije que iba a estudiar, pero entre los caos que adornan mi vida, está intentar buscar una solución para los delincuentes que se están comiendo mis suculentas. Si, ya sé, hay gente que la está pasando peor que yo, (que coños no he querido explicar más nada de mi caos, la estoy pasando malísimo) pero claro, siempre todo será, según el cristal con el que se mire. Después de todo, tienen que recordar, que tengo una lucha existencial a los 45 años, a 4 meses de los 46, donde he decidido que NO quiero ser grande, pero ahora mismo mi “Toys R Us”© es una terraza llena de plantas, y la idea de adquirir un rifle de peles. ( Esto es joda, esa última frase no me la crean.) 


Imagen EduPeña


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