Cuando comenzamos a buscar una forma de entretener a Ian mediante el uso del televisor, escogimos nada mas y nada menos que a Thomas y sus amigos. Esos trenes son la fantasía de cualquier niño, ya que con sus caras "amistosas" pueden socializar, cantar y enseñarte muchas cosas. Considerando que mi mente no es muy prodigiosa, a veces me resulta sorprendente de como Ian los conoce a todos por sus nombres. Cuando nos tocó hacer la preadmisión, teníamos planificado, que llevaríamos a Ian y a su hermano a dar una vuelta en el Tren Urbano. Seria la segunda vuelta para Jan, pero la primera para él. En ese momento Ian experimentó a su corta edad, la diferencia entre la realidad y la fantasía. Para empezar el tren no era como el lo conocía, incluso puedo llegar a creer que tampoco se lo imaginaba grande. Para completar el mismo aceptó que el tren no hacia " chucuchucuchu".
Muchas veces según vamos experimentando nuestro crecimiento, chocamos mucho con las fantasías y las realidades. Para toda mujer, o al menos la mayoría, es una fantasía tener un bebe. Pero cuando esa criatura nace y comienza a llorar cada 2 horas, y a veces incluso no sabes porque, la realidad se nos hace dura. Y solo podrá entenderte una madre con experiencia, o una que este en la misma línea que tu. Por eso soy muy cuidadosa a la hora de dar cátedra, sobre como una madre educa. Porque yo solo puedo dar fe de mi realidad, no la de los demás.
Mientras recordaba la cara de Ian ante su nueva experiencia y veía a los dos chicos disfrutarse la vuelta en el tren, recordé que cuando estábamos en el hospital, Ian era el único menor haciéndose estudios. Cuando esperábamos nuestro turno para el electrocardiograma, salió un caballero bastante mayor, supongo que lo acompañaba su hija. Este señor experimentó con Ian un momento de fantasía vs. realidad. Mientras lo observaba, no se cansaba de piropear al pequeño, imagino, habrá recordado a sus propios nietos. Puedo jurar que a ese señor le brillaban los ojos mientras observaba el ánimo de Ian y le acariciaba el pelo. En ese instante, me hizo la gran pregunta :"¿ El no es el que viene a hacerse estudios verdad?' Mi contestación logró un cambio de fantasía a realidad, y pude notar como los ojos le dejaron de brillar y como su semblante cambió. Su tristeza me dolió, y me hizo recordar que vivo la fantasía de que esto sea un sueño, pero mi realidad no me permite cerrar los ojos. Que mi fantasía seria que mi hijo no tuviera el corazón roto, pero en mi realidad, supongo, que necesitaba esto para aprender a entender, a vivir, a superar. Cometí el error de no sacarle una foto a ese caballero con Ian, de no darle mi número de teléfono, de preguntarle si lo vería en el hospital en estos próximos días. Debí buscar la forma de mantener contacto con él, porque cuando Ian se mejore de su cirugía y vuelva a vivir la realidad de mostrar su voluntad tan fuerte, nada me haría mas feliz, que ver el brillo en los ojos de ese caballero. El brillo de la felicidad de pensar y ver, que aun con las circunstancias, la realidad, MI realidad, es que mi hijo es un niño sano.
domingo, 26 de agosto de 2012
miércoles, 22 de agosto de 2012
Entre empanadillas, deportes y una cirugia
Cuando se acerca el momento de las aventuras
guerreras de Ian, toda nuestra pequeña familia sufre un desmadre; incluyendo el
perro. Todo representa mucha dificultad, hasta lo más mínimo. No es solamente
el hecho de todo lo que tiene que pasar el, también tenemos que sufrir la separación
de Jan. Durante el tiempo que nos pasamos procesando las cosas que hay que
hacer, también nos trabaja la mente en cómo vamos a reaccionar, nosotros ante
el dolor de Ian, el ante su propio dolor y Jan ante la lejanía; aunque solo estemos a dos horas de él.
Esta vez se me ha hecho increíblemente difícil
procesar el hecho de que debo explicarle a Ian por lo que va a pasar. A la vez,
temo, que si se lo explico ahora, ya para el día de la pre admisión y la admisión
lo haya olvidado, o por el contrario que no quiera ir al hospital. Sobre todo
porque Ian conoce muy bien, para que es el hospital. En ocasiones nos resulta
gracioso que ante el mínimo dolor, o cuando se arranca los cueritos de los
dedos nos diga, “tengo que ir al hospital.” También durante este proceso, el déficit
de atención y la hiperactividad de Jan se activan a su máxima potencia,
logrando que a su vez, mi paciencia llegue al límite. Cuando me siento en el sofá
de mi casa, a permitirle a mi espíritu que choque con las paredes, me pregunto:
“¿Qué carijos les pasa a los adolescentes cuando sin medir consecuencias
empiezan a traer muchachitos al mundo?” Creo que voy a realizar una propuesta
de cuido de mis hijos para adolescentes, luego de un día con mis criaturas, no
solo tendrán una experiencia religiosa, es casi seguro que se les va a quitar
el deseo de “meter las patas” o al menos se comprarán un bendito condón.
Junto con todas las situaciones que hay que
analizar, tenemos el hecho de que mi esposo y yo pertenecemos a la clase media
del país. La cual para la mayoría resulta como acomodada, pero la realidad es
que no podemos darnos el lujo ni de tener cable TV. Así que cuando los médicos nos
hablan de cateterismos y cirugías, rápido aparece una brigada de buena gente y
en menos de lo que nos imaginamos, estamos en una cancha alimentando al publico de un
juego de baloncesto, o en un parque aportando al hígado de los jugadores de
softball.
Tengo que dejar claro, que para este último
torneo, pude disfrutarme grandemente, la calidad humana de muchas personas. El
cielo estaba negro y nos encontramos a punto de cancelarlo todo. Pero la
perseverancia de quien quería ayudar pudo más que las nubes grises. Me consta
que muchas personas en su pensamiento elevaron su cara al cielo y soplaron para
que esas nubes grises se movieran y el Señor nos regalara un sol brillante, que
seco el parque y que permitió que 6 equipos, no solo se divirtieran, sino que
demostraran su gran deseo de ayudar a mi hijo. En ese torneo, aun cuando la
gran mayoría eran adultos, pude ver que solo por ayudar, se separan los niños
de los hombres. Ese día pude ver que mi país puede sobrevivir, porque está
lleno de gente buena. Ese día por mi hijo, el que llegó, ayudó, cooperó,
participó, tenia bien presente el mensaje del anuncio de Coca- cola©. Ese día todos por Ian, jugaron a que
el mundo los necesitaba.
jueves, 16 de agosto de 2012
Miércoles
Odio los miércoles, así, como con pasión.
Quedan justo en la mitad de la semana, empiezan más temprano y terminan mas
tarde. Me traen recuerdos dolorosos. Un miércoles me vendieron un sueño, supe
que Jan tenía discalculia, y que Ian tenía
el corazón roto.
Los miércoles tengo que cruzar un pedregal
hacia la escuela de Jan y correr una autopista para llegar al cuido de Ian. Un miércoles
el lacio de mi pelo rizado empieza a sufrir. Las tacas me matan los pies y mis
estudiantes están más activos que nunca.
Un miércoles, recordé que fue la primera operación
de Ian, un miércoles será su segunda cirugía. Y tratando de organizar mi mente,
un miércoles me di cuenta que ya no tengo depresión, aunque si una ansiedad de
madre, un miércoles pude notar que la ropa ya no me queda como antes.
Un miércoles sentí la necesidad de huir y de
gritar, de sacarme de encima todo el dolor y el duelo que cargo. Quise trabajar
una auto terapia, pero las musas no me funcionaron, y las neuronas se cansaron.
Un miércoles no me encontré, porque
estaba completamente pérdida en mí. Un miércoles a punto de cruzar la línea fina
de la insanidad, el reloj tocó las 12am y gracias a Dios fue jueves.
domingo, 5 de agosto de 2012
Salí de Compras
Como todo comienzo de año escolar salí a hacer compras. Algunas fueron compulsivas, no es fácil dejar un vicio. Otras fueron hechas con cuidado, en algún momento solo hice un "window shopping". En este verano no compre sueños, bueno, la realidad es que en el proceso ermitaño que pasé en el verano, gracias a Dios nadie me ofreció ninguno. Y el último que compré, caducó el 30 de julio; se pudrió.
Pero, no pude evitarlo, al salir de compras, de forma compulsiva,
adquirí 5 blusas en un fin de semana. De igual forma he comprado varias
canciones. Entre vuelta y vuelta he adquirido par de amigos nuevos, solo que
esta vez me he asegurado de preguntarles si vienen con garantía extendida.
Aunque tengo que aceptar que las garantías extendidas, vienen con unas letras
pequeñas que la gran mayoría de nosotros no leemos; pero en las que confiamos.
Esta vez no compre sinceridad,
ni sarcasmo, los frascos están a tope. Además no me vendría mal, manejar un
poco mis ataques de sinceridad y sarcasmo; por mi propio bien. Eso sí, me
compré un poquito de valor, para aguantar, superar, y ganar, la batalla que
tendremos pronto con Ian, más las misas sueltas. También compré algo de
felicidad, aunque la usaré con cuidado, eso de andar por ahí toda extasiada
tampoco es muy saludable. No me podía faltar un buen frasco de paz, sobre todo
interior, por aquello de acabar de entender, que no todo es personal y que cada
evento negativo, en el fondo tiene algo positivo. Fe, no compré, de esa también
tengo demás.
Con tantas compras, no verifiqué el balance de
la visa de mi vida, pero sé que todavía me queda balance para comprar fuerza de
voluntad, esa la quiero comprar de forma
compulsiva, para que nunca me falte. He dividido mi cuenta bancaria entre cosas
importantes y sueños. Solo hay balance para las cosas importantes. Después de
hacer un análisis de que hasta el crédito de vida más maltratado se puede
restablecer, saque la visa de la gaveta de los panties, donde la tenía
guardada. Como dijo mi amiga Anuchka, "you never know". Al final,
quien sabe si luego de tanta compra, también me gano el Ivu-loto.
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