Si tan solo me conformara, pero… ¿Quién hace eso? Desde pequeña vivo rodeada de inconformismo, deseando lo que otros tenían. Comencé con el cabello, lo tenía largo y lacio (tengo pruebas) pero no, me “emperré” y lo ricé, ¿y ahora? Añoro los martes de “blower”, simplemente porque no soporto mis rizos. Por cuatro años utilicé lentes de contacto color “hazel”, enojada con la genética porque no heredé el color de ojos de mi padre. Por lo que veo, la genética tiene un juego de venganza conmigo. Bueno… siguiendo con la inconformidad, he tenido el cabello teñido de varios tonos. Increíblemente, por tres años fui una “negra” rubia. Debe ser por eso que me gasto en ocasiones mis “blonde moments”. ¿Así, o se puede ser mas inconforme? Pues sí, uso faja y sostén con relleno. Pudiera seguir describiendo lo inconforme que me siento con mi físico, pero la idea no es matar mi estima. Aunque, releyendo todo esto, acabo de darme cuenta que la he acribillado de muerte.
¿Por qué no aceptamos las circunstancias y ya? ¿Por qué no puedo aceptar que yo pedí a gritos que mis hijos hablaran y caminaran? Cuando se es padre, solo se piensa en una cosa, hijos sanos e inteligentes. Hijos que, seamos sinceros, puedas utilizar para darte “guille”. Yo no puedo hacer competencia, a menos que sea de sacar cuenta de cuantas veces digo “¡Jan!” al día, o la capacidad pulmonar que tiene Ian para gritar. Mis hijos no son los hijos que cualquier padre quisiera tener. ¡BAH! Sin embargo, no puedo negar que dentro de sus condiciones y sus guerras, mis hijos saben demostrar lo positivo. Ellos, que me dejan sin aliento, que me incitan a salir corriendo, que hacen que quiera un pasaje para la luna, para España o México, que cuando me veo al espejo veo canas verdes, ellos, siempre están riendo; son felices. Según se gritan, se abrazan, según se pegan, se besan. No puedo negar que el déficit de atención de Jan me salva de no tener que explicar sobre un abuelo materno ausente, aunque no me salva de explicar un trillón de veces que su hermano tiene un corazón diferente. Aunque también me ayuda cuando los peces mueren ya que el duelo dura solo minutos. Sin embargo, ya no le parece interesante eso de tener un hermanito menor. Ian por su parte aun con el corazón roto goza de una maravillosa actividad física, pulmonar y voluntariosa, que hasta el mas sano se la envidia. ¿Y yo? Yo, tengo que conformarme con ellos, porque son lo más maravilloso que me ha regalado Dios, porque son míos, tienen mi sangre y mi nariz. No son perfectos, pero son míos, me roban la energía, pero aquí sigo, luchando con ellos, por ellos. A veces inconforme, a veces demasiado conforme. Solo espero que sean en algún momento mas que agradecidos. Porque espero en mi vejez poder ver mi esfuerzo y cansancio descansar en hombres profesionales que no se conformaron. Eso sí, en el momento en que no pueda sostenerme por mi sola, no seré conforme. Me teñiré las canas de azul, me pondré un sostén con relleno, una faja, mi mejor bata y les diré a mis hijos, “¡ya es tiempo, páguenme el mejor asilo!”