domingo, 13 de mayo de 2012

Soy madre...

Ser madre no es parir con dolores, porque yo soy madre y no parí, ser madre no es lactar, porque mis senos fueron succionados por una maquina para que mi hijo menor supiera lo que era la leche materna. No me hace madre que dos niños me digan mami. No me hace madre dar pena por las necesidades de mis hijos. Me hace madre, verlos respirar, verlos despertar, me hace madre anteponer sus necesidades a las mías. Me hace madre no comer si eso supone que mis hijos por alguna situación se tornan inapetentes. Me hace madre esperar en una sala de espera en cuerpo, mientras mi espíritu está en un quirófano. Me hace madre, buscar hasta debajo de las piedras, las alternativas para que mi hijo mayor salga hacia adelante, aun cuando la frustración se apodera de mi. No me hace menos madre, decir con una sonrisa en la cara, que mi hijo menor tiene un corazón roto, porque el entusiasmo de mi hijo no me permite sentir tristeza por su condición. No me hace menos madre, sentir deseos de tirar la toalla, cuando las cosas salen mal con mi hijo mayor, porque soy madre, pero no dejo de ser un humano. No me hace menos madre, querer cruzar el umbral de mi puerta en busca de espacio sin juguetes y gritos, porque todos merecemos un descanso, hasta mis hijos de mi. Soy madre, porque lucho, porque amo, porque a diferencia de las que paren, yo cargo las marcas en la pelvis. Soy madre, porque la vida, lo quiso así.

lunes, 7 de mayo de 2012

Coleccionando canciones


Colecciono canciones, pero tampoco es que sea una "freak" de la música. Con esto, quiero decir que no te sé identificar un instrumento de viento o de cuerdas en una canción. De hecho, no sirvo para calmarme con música instrumental. Parece que me calmo tanto que entro en un stress del asco. Sin embargo, siempre le encuentro un detallito a las canciones que me identifican grandemente. Por ejemplo la banda Amaral, tiene una canción que se llama "El universo sobre mí" y siento que quien la escribió estaba pensando en mí. Igualmente la frase " no trates de caminar por el dolor descalza" de una canción de Camila; me identifica.  La de Ricardo Arjona que dice "la luz de neón del barrio sabe que estoy tan cansada" también va conmigo a la perfección. Son muchísimas frases, no me da un escrito para todas. Algunas de ellas pueden parecer tan tristes, otras de alguna forma son para levantarme el ánimo, (como la de "aquí voy" de Jesse y Joy), ese que es juguetón y se arrastra y da vueltas como gusto y gana le da en mi vida.

Para ser sincera, si no lo han notado ya, tengo una relación de amor y odio con "misma". Puedo levantarme, mirarme al espejo y darme una palmada imaginaria en la espalda mientras me digo: " Martaraquel, hoy si, va a ser un buen día", para con la misma, en el mismo segundo, mirarme con amargura y decirme: " como si te lo merecieras". Tranquilos, no tengo trastorno bipolar ni mucho menos múltiples personalidades, eso si, tengo muchos fantasmas que adoran lo juguetón de mi ánimo y hacen fiesta. Y en medio de los “up and down moments” de mi ánimo de montaña rusa; llega Alejandra Guzmán. No podemos negar que ella no es necesariamente la dulzura hecha canción. La voz grave de Alejandra no necesariamente enamora. Pero, se le ocurrió cantar sobre amor propio y ahí se jodio Martaraquel. La canción lleva por título  "Necesito Amarme", y mientras la escuchaba, podía sentir como con cada palabra limpiaba el piso con mi persona, con mi vida, con mis sentimientos, con mi corazón. Podía sentirme reflejada, como si ella hubiese sido mi mejor amiga y decidió contar mis sentimientos en una canción.

La realidad es que, esta bueno ya de echar culpas, a mis fantasmas, a la gente, a mi alrededor de cómo me siento. Ya esta  bueno de luchar conmigo, y de dejarme tirada en la lona del ring de mi vida. Ya esta bueno de dar pena, de mendigar, de buscar. Si, lo sé, soy predecible y este es el tema central de mis escritos, la plenitud de la felicidad. Y es que sé que hasta que yo no la experimente, no voy a dejar de hablar de ella. Y se preguntaran, ¿Cómo está tan segura de no haberla experimentado? Fácil, porque aunque soy un aborto de la matemática, hay algo que desgraciadamente hago, mido el amor, el cariño, las intensidades por cantidades. Para mí, las palabras mucho, demasiado tienen un peso cañón. Y me la paso buscando cantidades en la demás personas en vez de buscarlas en mi. ¿Qué tanto me quiero, amo, valoro? No mucho por lo que veo, no demasiado, cuando me identifico tanto con una canción.

Me preguntaba a mi misma recientemente, si este berrinche será parte de esa transición de los 35 años que me gasto. Si es normal en este tiempo para cada mujer, tener esos momentos de querer huir, correr, llorar y si se me va a quitar una vez entre a la otra mitad de la treintena. Quedan varias semanas para mi cumpleaños número, no me hago a la idea todavía 36, y no sé si esperarlos con ansias a ver si esto va a cambiar o si de una buena vez me voy a decidir a dejarme de pendejadas. Mientras lo analizo y tomo una verdadera determinación, me sentaré en el sofá y cantaré un pedazo de la canción de LOVG “Apareces tu” que dice: “Me ha sonreído el espejo hoy, me he decidido a levantar la voz, me he despedido a mis fantasmas hoy, y me he gustado tal y como soy…”



martes, 1 de mayo de 2012

De Bibliotecas y pedestales


 He tenido una semana difícil, extremo difícil, para ser sincera. Y ha sido paseándome por mi biblioteca,  esa que guarda los recuerdos y los muchos capítulos hechos libros, donde todo se ha puesto peor. Pude sentir adentrándome en ciertas historias el flagelar de mis fantasmas. Sin embargo, queriendo olvidar unas historias con otras, he notado el santo desmadre que se ha formado. Mi biblioteca, que irónicamente, está al lado de mi pedestal ha sido víctima del inclemente paso de un huracán de sentimientos y emociones. Quizás se puede deber a que mi biblioteca está demasiado ligada a las personas que adornan mi pedestal. Cuando decidí hacer la inversión en “crazy glue”, tomé otra determinación, coloqué un poco de ese maravilloso líquido en la base de algunas de mis personas. Pero, he notado que algunos tienen un material poroso, inmune al pegamento y sin importar que tan lastimada yo termine con el proceso; ellos insisten en caerse.  

Y así ha sido el desmadre que he encontrado en mi biblioteca, libros rotos, descompaginados, sin portadas, sin personajes, desaparecidos. Imagino que en algún instante de mis “sweets and sours moments” me perdí y no noté, que varias páginas se rompieron, otras pasaron, varios capítulos han quedado inconclusos, algunos se terminaron, y uno que otro libro se ha cerrado, y lo peor, también alguno se ha perdido. Lo triste del asunto es que con cada proceso se cayó, rompió, perdió una que otra figurita de mi pedestal. ¿Qué lo hace más doloroso? Nadie me dijo me voy, se acabó, nadie dijo adiós. Es ahí donde pienso y me culpo, ¿en qué fallé? Mientras trato de contestar esa pregunta, de la cual hace mucho tengo respuesta, pienso también, en la habilidad que tengo para confiar, creer, querer, amar. La facilidad con la que puedo sentir empatía y dar de mí a los demás, para que vean que no están solos.  Pero definitivamente, en algo debo estar fallando.

 ¿Y si reviento el pedestal?, ¿y si clausuro la biblioteca?, ¿qué tal, si dejo de creer, de confiar? Quizás, hacer un “downloading” egoísta, me ayude  a  separar lo que creo ser de lo demás. Quizás, pensando en mí y menos en los demás, o en lo que creen los demás; puedo ver la vida en otro sentido, de otra forma.  ¿Y si dejo de esperar? Pero, es que se me hace cuesta arriba, porque algunas de mis figuritas de la nada me sorprenden. Son esos detalles, los que me dejan en vilo y vulnerable ante los golpes de sentimientos. Lo más difícil, de buscar respuestas ante tantas preguntas, es discernir la importancia que merecen esos eventos por los que paso. Entonces, entre tanto pensamiento y análisis, puedo llegar a comprender, que mantener un pedestal y una biblioteca implica crecer. Y crecer, a su vez, implica madurar y madurar te enseña que tienes que entender que las figuritas se tienen que caer y los capítulos con sus  libros se tienen que cerrar; sin explicaciones. Ya llegaran otras personas, se escribirán otros capítulos. Si quiebro el pedestal, ¿dónde me acomodo yo, mis hijos y la gente que nunca me abandona? Si clausuro la biblioteca, ¿dónde quedan las buenas historias que puedo recordar y contar a mis hijos?

La inversión de “crazy glue” sigue en pie. La idea de seguir pegando mis figuritas es una determinación. Mi biblioteca seguirá abierta, junto al pedestal, no puedo asegurar si continuará funcionando para el que se va, pero si estará 24/7 para el que se queda. Bienvenidos a su reinauguración, tome asiento y disfrute de una buena historia.