domingo, 7 de octubre de 2012

Estructurando la vida

Al cumplir un mes de la cirugía de Ian, trato de botar a la ansiedad de mi casa, pero se encuentra con la puerta trancada; a toda costa quiero evitar la entrada de la depresión. En estos días he sentido que el tonito azul quiere vestirme y con 15 libras más en el cuerpo, me niego a volver a la línea a fuerza de la anorexia.

Busco en estos momentos la pequeña pieza que me ayude a engranar mis sentidos, los emocionales como los profesionales haber si así logro caer en tiempo. No sé, si con eso será suficiente o si necesito un poco de aceite para terminar el proceso.

También he buscado en mi alacena especial; esa donde guardo los artículos de mis compras compulsivas. El frasco de paciencia esta a menos de la mitad, el de impaciencia se ha derramado. He cambiado mis estrategias pero nunca logro mantenerlo cerrado, aunque claro, soy de carne y hueso, así que es lógico que tenga mis momentos. El frasco de tolerancia esta mermando y el de felicidad, tiene un hueco por donde se me esta escapando. Es como sí entre el mes de agosto y septiembre con tantos deseos de superar tantas cosas hubiese sin medida gastado todo mi arsenal.

Cuando compré el frasco de valor para superar lo de Ian, me incluía la oferta un frasco de fuerza, pero como era tamaño muestra; ya no me queda casi nada. A veces por buscar especiales, termino comprando cosas que al final no me funcionan como quiero. El entusiasmo por ejemplo, lo compro en forma de globo, lo que lo hace susceptible a que ciertas situaciones me lo revienten. Estoy bastante clara en que todavía me quedan muchas cosas que aprender y otras tantas que luchar. Que debo aprender a separar el pasado del presente y a su vez no permitir que interfiera con el futuro.

Tengo que hacer una lista nueva de compras. Debo comenzar con un producto de limpieza mental. Un buen tanque de oxígeno para revivir mis neuronas, un frasco extra grande de fuerza, un refill sin fin de paciencia y tolerancia. Necesito una bandita para arreglar el hueco del frasco de la felicidad y un frasco nuevo donde guardar los recuerdos innecesarios, no debe ser muy costoso, lo quiero tirar al mar. Un calendario no me vendría mal para romper estructuras y volver a organizarme. El entusiasmo estoy bastante segura que lo conseguiré en otro formato.

A un mes de la cirugía de Ian, es tiempo de que caiga en tiempo, que la madre y la maestra soy yo. Se me cae la cara de vergüenza que sea mi hijo de 3 años quien me enseñe a superar adversidades. Debo fomentar que quiera parecerse a su mami. Aunque yo por dentro muera de deseos de parecerme más a el.

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