sábado, 26 de marzo de 2016

Mi versión de Holanda

El día que mi vuelo a Italia iba a ser su "equivocada" escala en Holanda, tuve un problema en aduanas. El encargado (psicóloga) de aduanas me dijo que primero debía regresar a mi lugar de origen, porque aún para entrar a Holanda, me faltaba carga. Luego de pensar si realmente era razonable el aumentar el equipaje, llene la maleta y me enfrasqué en ese maravilloso viaje a Italia (llamado maternidad) con el equipaje a reventar y sin saber tan siquiera donde estaba haciendo escala nuevamente, entré a Holanda de golpe, de rodillas, y con un corazón roto. Meses más tarde, se me clavaban los pies a los suelos de Holanda, con la sabida situación de otro diagnóstico. 

¿Qué es realmente Holanda? 
Para quien sabe más historia que yo, conoce de seguro que se encuentra en las costas de los Países Bajos. Sin embargo, Emily Pearl lo describe como la aventura de vivir con un niño con condición especial. Lo expone como ese momento en que decides hacer un maravilloso viaje a un destino hermoso, en este caso Italia, y cuando todo parece ser perfecto, el vuelo cambia de dirección y te lleva a otro destino, que no deja de ser hermoso, aunque sí muy diferente. Y es allí donde conoces según el escrito; a Holanda.

Pero,¿cómo es realmente vivir en esta "Holanda"? 
De entrada, de medio y casi final les digo, no es ni un chispo de fácil. Vivir en esta "Holanda" conlleva de entrada ese pesar de no haber hecho la escala correcta desde el principio. Nadie, ninguna mujer pasa sus nueve meses esperando con ansiosa ansiedad tener un niño con condición especial, a menos que desde el embarazo se conozca la situación. Evitemos la hipocresía, tampoco se recibe la noticia de buen agrado. Por lo que  entramos a un lugar diferente que como bien dice el escrito tiene sus cosas buenas. Ya que obviamente no hay nada más placentero que ver cómo tu hijo progresa ante las circunstancias. Pero no podemos dar por sentado que todos logran pasar esa dura prueba incluyendo sus padres. 

Así que llevo 7 años aquí en "Holanda", con una visa sin caducidad, con una boleta de llegada sin posibilidad de retorno. Viviendo más en un parque de diversiones y no por lo divertido, sino por los sube y baja de las montañas rusas. Tratando de convencerme de que entre susto y susto, algo de diversión tendré. Tratando de enseñarle a mis hijos la misma lección. Esa parte de que aprendan a vivir en "Holanda", para que nada les sorprenda cuando crezcan y se conviertan en hombres. 
A veces me cuestiono, ¿por qué tuvo que cambiar mi rumbo? ¿Cuál es el verdadero propósito de estar aquí? Que hago, ¿cuándo se me pierde el camino para disfrutar de Rembrant, porque mi hijo mayor tiene el déficit de atención en su máximo esplendor? O ¿Cuándo no puedo disfrutar del paisaje de los tulipanes, porque mi hijo menor no comprende a sus 7 años su situación? Me pregunto si realmente soy la persona indicada para guiar a mis hijos en esta "Holanda" que nunca llegaré a conocer del todo. Porque en el proceso, en el día a día, sea en la montaña rusa o por los caminos, se cansa el cuerpo y la mente, se cansa uno de querer hacerse la fuerte. Se cansa uno de que todos los ojos estén sobre ti, viendo cómo vas a salir de eso, como lo vas a manejar. A consecuencia de eso, te subestimas a ti misma, pensando si eres capaz, tratando de convencerte al convencer a los demás de lo que puedes hacer. 
No tengo, nadie tiene contestación a eso, quizás la tengan mis hijos, pero por el momento no me van a contestar. "Holanda" desde cierta perspectiva es hermosa, muy hermosa. Pero también tiene sus momentos difíciles. Sé que tengo que aprender a vivir con eso, y enseñárselo a ellos.