domingo, 16 de septiembre de 2012

Fui a la zapatería

En estas ultimas semanas donde la realidad a buscado entrar a mi vida a como de lugar, puedo expresar que su empeño ha sido muy positivo. El sábado por la mañana me levante con un dolor de garganta insoportable, para la noche ya era peor, se había incluido el oído y casi no podía abrir la boca. Situación de dificultad para mi, yo que no puedo mantener la boca cerrada.

Como Ian esta en recuperación, me dio la madre de las ansiedades. Haciendo los arreglos pertinentes de cuido para los chicos, o sea llame a abuelita, mi esposo y yo llegamos a la zapatería, digo, sala de emergencia. Se preguntarán porque comparo la sala de emergencia con una zapatería. Aquí les voy a explicar.

Llegue a las 10:30pm al hospital. Mi primera impresión realmente fue que llegue a un "spot" de jangueo, por las diversidades de vestimentas. Y entonces fue ahí donde me di cuenta que estaba en una zapatería. Me encontraba rodeada de muchos zapatos, de muchas realidades.

Pude ver parejas acompañándose, madres que no tenían una abuelita como mis hijos y tenían a sus hijos con ellas en esa sala. Otras madres llegaban solas con sus hijos enfermos. Mujeres con trajes largos o pantalones muy cortos. Niñas en sandalias mientras yo con mis medias y mi sweter no aguantaba el
frío.

Pero la mayor concentración de zapatos la encontré en la sala que compartí, sentada en un reclinable, con un grupo de 6 personas mas o menos. Una madre que no perdió la vida, pero si su auto por salir a buscar a su hijo a altas horas de la noche. Un señor mayor que tenía fatiga, pero no fue al hospital en la noche porque su vista no le permite conducir, y que a su edad tampoco sabia firmar, una chica que ya ni malestar tenía del tiempo que había esperado. Un señor que se cortó la cara "sin querer". Y lejos de entrar en meras conjeturas de que yo hubiera hecho en el lugar de ellos, trataba de entender que cada cual tiene su forma particular de responder.

Cuando era una adolescente rebelde juraba que a mi hijo, no le iba a faltar el condón en la cartera. Ahora a mis 36 años, espero con ansias el momento en que pueda educar a mis hijos, no para que no me fallen a mi, sino para que no se fallen ellos mismos. En el momento en que sentí que mi mente iba a decir donde están los hijos del señor mayor, analicé el dar gracias que mis hijos tienen quien los lleve al hospital sin importar la hora. En el instante en que me pregunte, porque esa señora no fue mas cuidadosa cuando fue a buscar a su hijo, analicé que cuando se tiene un hijo a veces no se miden consecuencias, si lo que se hace es por su bien.

Fui la ultima en salir del hospital de ese grupo, habían botado mi récord, ahora me pregunto si fue con intención. Cuando salí mire mis zapatos, eran los mismos con los que había entrado, la zapatería donde pasé doce horas, pensando, me demostró que los zapatos de cada persona que estaba allí no eran a la medida de cualquiera, y eso incluía los míos.

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