sábado, 22 de septiembre de 2012

Miénteme... Yo te lo perdono

No, esto no es una entrada de despecho, ni mucho menos de masoquismo. A quien le pido que me mienta es a mi hijo menor. ¿Por qué lo hago? Porque siempre desde su concepción es lo que ha hecho, mentirme.

Para comenzar, Ian fue buscado, pero llegó cuando le dio la gana. En las primeras semanas me dio el primero de muchos sustos y de los que faltan. Pero siempre estuvo ahí. Es como si hubiera llegado con la mente en que :" como te tardaste tanto en mandarme a buscar, atente a las consecuencias." Durante su crecimiento en mi interior, tuvo la oportunidad de darme otro susto, hasta que llegó el día de su nacimiento.

Me resulta sorprendente ahora atando cabos, que en ninguno de los sonogramas, los vitales de Ian dieran indicios de su situación. Las pruebas de cernimiento maternal, todas fueron negativas. Yo cargue un pequeño mentirosillo dentro de mi, por 9 meses. El cual se aseguró de abrir las piernas para que viera que era un macho, procuró demostrar que tenía la fuerza para ser un gran deportista, con las patadas que me daba, pero no abrió los brazos para que viera que su corazón era diferente. Cuando nació, siguió con sus mentiras, simplemente no le dio la gana de demostrar su situación el primer día, sino que nos dio el susto al segundo día. Sin embargo aun cuando supimos que estaba pasando, siguió en su exterior demostrando la normalidad de la vida. Nunca se puso violeta, a menos que el frío lo traicionara. Nos siguió mintiendo hasta el día de su primera cirugía, donde encontraron un diagnostico nuevo. El lleva una vida normal, donde a veces me hace olvidar que lo esencial es invisible a los ojos. Porque me recuesto de sus mentiras exteriores para luchar con sus realidades interiores. A semanas de recuperación de su segunda cirugía, Ian me sigue mintiendo, por fuera esta genial, por dentro tenemos varias cosas que cuidar.

Siento dudas si debo fomentar que siga mintiendo, a mi, a su alrededor, a el. Me atemoriza pensar que por miedo a lo que sucede en el interior, yo por querer hacer un bien le destruya su exterior. Quiero que conozca los limites esenciales, pero que eso no signifique limitarse así mismo. Debo, lo sé, enseñarle a mentirse solo si ve que lo interior, no le permitirá superarse.

Mirándolo reír, jugar, gritar, y cargar dos cirugías en su pecho, no me queda mas que mientras sea inocente dejarlo que me siga mintiendo. Ya con el, lo esencial dejó de ser invisible. Ya sé lo que me corresponde. Si para ser un hombre de bien y saludable en el futuro tiene que mentirme, que lo haga, yo se lo perdono.

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