miércoles, 18 de junio de 2014

And the Oscar goes to...

Y me imagino entrando con mi traje de "pendejuelas" largo, caminando torpemente por la alfombra ¿verde neón? ¡Claro! Si la idea es brillar, dejar ciega a la gente. Porque luego de las circunstancias vividas, es obvio que bien pudiera pasearme por la alfombra, dándome golpes de pecho, con las lagrimitas prefabricadas. Con el orgullo a cien para recibir bien prepotentemente mi estatuilla de superación. Pero sepa mi gente, que yo no me supero, yo fluyo, con la vida, con las circunstancias, con lo que hay. Usted quiere que la vida no lo aplaste, pues fluya.

¿Quieren saber quien debe caminar por mi maravillosa alfombra verde neón? Pues justamente cosas que no caminan, pero viven, no en mi, o si quizás, bien profundamente. Una de esas cosas que deben recibir una estatuilla de superación, son las neuronas de mi hijo menor. No es fácil firmar un papel que te diga que la anestesia durante una cirugía puede afectar el funcionando de tu hijo y menos cuando lo tienes que firmar 3 veces en diferentes etapas de la vida del mismo.

Haciendo también su entrada, tenemos las pijamas, luego de pasar por un proceso de re invención, ya que debían acompañarlo a su segunda cirugía, se retiran luego de dos años y un estirón. No sin antes recibir el premio a la mejor compañía durante sus momentos difíciles.

Entrando de forma coqueta, tenemos la capa de hierro que cubre el corazón de Ian. Nadie la ve, no sale en los ecos y no perturba los electros, pero nos consta su existencia, sobre todo por soportar un muchacho vivaracho y feliz, con unos "pocos" arranques de carácter.

A paso un poco más lento, va entrando el conformismo de mi hijo mayor. ¿Y por qué hay que premiarlo? Porqué no es fácil esta convivencia y a pesar de que a veces él no responde de la mejor manera a las situaciones, nos consta que hace su mayor esfuerzo por ser feliz, aún en las circunstancias. Lo acompaña elegantemente su déficit de atención, ese que le ayuda a superar las muertes de los peces, los abuelos ausentes, los arranques de su hermano y los regaños de sus padres.

La vida parece a veces constar de una alfombra con una tarima al final con premios, pareciera que sí no hay un "treat" no encontraremos la fuerza para superarnos. No comprendemos que no es cuestión de superarse así nomás. Es cuestión de saber y entender que sí uno no se lleva la vida por delante, ella se lo lleva por delante a uno. Este "journey" no se basa en superar la vida por un premio, se basa en ver la vida como uno.