domingo, 28 de abril de 2013

Ese miedo...


 
Todos me piden que dé saltos, que tonifique y

que futbole, que corra, que nade y que vuele. Muy bien.

                           Pablo Neruda

 

Hoy el miedo me ha abrazado, ha hecho que mis piernas tiemblen, me ha anudado la garganta y me arrugó el corazón. Mi cara permanece desfigurada no logro ocultarlo y no encuentro cómo salir del trance en el que estoy metida. Bendita empatía y ese sentimiento como madre de meterme en la piel y los zapatos de otro. El miedo cruza la línea fina y siento dolor.

 
Miro a mis hijos, más al pequeño y el miedo me lleva a desfallecer. En medio del miedo siento rabia, rabia de verlo tan fuerte, miedo de saberlo tan frágil. Y aumenta mi rabia cuando veo tanto desconocimiento sobre su condición, tanto mirar sobre el hombro de los demás, tanto pasar por encima de una causa tan importante y a la vez tan poco hablada.

 
Entonces recuerdo porque tengo miedo, otro niño ha sido víctima de un corazón roto, que fue reparado, pero que no quiso funcionar más. Siento miedo de darle la oportunidad a mi hijo de que sea igual a los demás, miedo de que sus emociones lo traicionen. Siento tanto miedo.

 
Me pregunto que puedo hacer, aprender a vivir con ello no es suficiente. ¿Qué otra cosa debo saber? ¿Qué otra cosa debo aprender? Decido hablar, contar, enseñar, pero mis palabras se pierden en un mar de muchas causas, y pasa, el tiempo, la gente, la causa. Me debilito, peleo conmigo, ¿con quién más?, me cruzo de brazos y me niego a perder de nuevo mi tiempo, mis energías, mis esperanzas.

 
Vuelvo a mirar a mi hijo, caigo en que no es por mi, es por él, por los hijos de mis amigas, por los que no conozco en persona, pero conozco sus nombres. Es por ellos que debo educarme, educar a los demás. Es de la única forma que el miedo se irá. Es la única forma en que puedo sobrevivir al carácter de mi hijo y a sus enormes deseos de vivir. Hoy todavía siento mucho miedo de ese cuco que vive en el pecho de mi hijo y me asusta como fantasma debajo de la cama. Del qué no puedo ocultarme bajo las sábanas, porque el que lo carga me necesita. Necesito ser un poquito más héroe para mi hijo, gritarle al miedo que me deje en paz.

5 comentarios:

  1. Mi querida Marta, que bien describes el miedo que tenemos nosotras mamas de guerreros, aquel miedo que lo tenemos permanentemente con nosotros y que aveces queremos olvidar y tratamos de tener una vida "normal" y cuando de repente nos enteramos de noticias que para nosotros es como un sacudon y el miedo nos dice aqui estoy :(.. Muy lindo Marta muchas gracias por compartilo. Te envio un fuerte abrazo pero bien fuerte hoy que es un dia triste para nosotras :( Vane..

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  2. Hola Marta, entiendo perfectamente tus sentimientos, yo siempre digo que deberia estar prohibido que los niños estuvieran enfermos. Muchos animos Marta, un besazo

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  3. Hola de nuevo Marta!, tenía pendiente de repartir unos premios, pásate por mi blog a recogerlo.
    Y de nuevo, muchos, muchos ánimos, ten esperanza, eso es lo último que debe perderse.

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  4. Uffff...me acabas de llegar muy pero muy adentro. Mucho ánimo mi querida Marta "R". Eres grande porque eres la mamá de un gran guerrero, de un guerrero luchador que saldrá triunfante de todas las batallas.
    Un abrazo muy fuerte

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  5. Gracias, gracias, gracias, por ponerle palabras a lo que siento, yo no podría haberlo dicho mejor. Con tu permiso me quedo por aquí. Un abrazo!

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