miércoles, 9 de enero de 2013

Resolución de año nuevo

Con el nuevo año he redactado una lista a lápiz, la he colocado en una de las gavetas de mi gavetero mental. ¿La primera en la lista? Hacer dieta, si, si, dieta. Sí ya sé, es una resolución trillada, es la que hace todo el mundo. Solo que esta vez, la dieta que voy a hacer es para mi salud emocional, no física.

Eliminaré hasta donde mi capacidad me lo permita, los gritos. Debo controlarlos, ellos en ocasiones despiertan de forma abrupta a la niña que duerme dentro de mí. Esa niña que ya no llora como antes y que resiente mi crecimiento y a veces insípida madurez. También debo eliminar el tóxico negativismo, el cual afecta de alguna manera la realización de metas y sueños. La baja estima debe también ser restringida, bien dicen por ahí “siembra tu propio jardín y no esperes que te regalen flores”.

Para evitar una subida innecesaria de envidia, eliminaré hasta donde sea posible el dulce favorito de la gente; la crítica. Un dulce que afecta adversamente el corazón y la capacidad de pensar de forma coherente ante las necesidades de los demás. Por lo que incluiré en mi dieta un buen suplemento de empatía. Con ella tendré la capacidad de ofrecer lo que esté a mi alcance, una mano, una palabra, el corazón.  Vitaminizar talentos, intereses, gustos, para sacarles el provecho adecuado y conveniente para una mejor salud emocional.

Hay muchas cosas más, que pueden ayudar a que la dieta logre su función real; el ser mejor persona. Quizás como toda dieta, en algún momento me veré tentada a romperla, sucumbiré a cualquier antojo. Mas lo importante es lograr encontrar la orilla, cuando las olas me arrastren. Si me porto correctamente con mi dieta, lograré una gran hermosa y satisfecha sonrisa. Lo suficientemente bonita, como para que la gente se contagie de mi dieta.   

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