jueves, 1 de marzo de 2012

No lo vale

Esta semana comenzó con un día lleno de ansias de comerme el mundo. Luego de una catarsis que me hizo reinventarme, revivir y renacer, sentía que iba en pos de mejorar mi relación conmigo. Y de repente “zas”, choqué con una pared y casi me rompo los jodidos dientes. Así soy, cambiante, como el viento. Tengo una habilidad increíble para permitir que los ánimos de los demás me afecten el sistema. El problema con esto es, que soy tan transparente que no sé disimular. Cambia mi ánimo, mi fuerza de voluntad arranca y mi cara se desencaja. Y ahí estoy yo, paseando en la montaña rusa del parque de diversiones de mi ánimo, gritando como una loca. Porque la verdad es que estos cambios no cansan, ¡hartan! ¿Dónde consigo un cursito de “me vale ver…” lo que pasa a mi alrededor? ¿Dónde se aprende a seguir viviendo como si nada? ¿Dónde le doy “shut down” a la maldita migraña?
Cada persona tiene una habilidad especial y específica para sobrellevar los problemas. Pero yo, en la fila de “me importa poco”, no encontré acceso. En el grupo de apoyo “¿y qué?”, no encontré cupo. En el curso “valórate 101” no había matrícula. Por lo que he llegado al punto de convertirme en una desertora de la escuela. “Si no te valoras tú, nadie lo hará”. Y lejos de acabar de entender, la importancia de que en algunas ocasiones debo der un poco “yoísta”, insisto en gastarme la vida agradando a otros; en vez de agradarme yo. Me gasto la energía en que otros vean lo buena persona que puedo ser. En vez de utilizar mis experiencias en algo realmente productivo. Como en educar a otros, no para que no sufran lo que yo he sufrido, al contario, para que sepan enfrentar el proceso, porque de ése nunca nos vamos a escapar.
Me consta que yo, solo yo, puedo determinar qué me lastima y qué definitivamente, solo yo, puedo permitir que pase. También sé, que como todo proceso de crecimiento no puedo dejar de sufrir en ningún sentido de mi vida. Pero nuevamente, solo yo, determino si vale la pena. Y esta semana, aun cuando casi pierdo los dientes con el golpe, puedo gritar a viva voz, ¡NO, por el momento, NO VALE LA PENA!

2 comentarios:

  1. Hay Marta parece que Dios te muestra lo que pasa en mi vida para inspirarte a escribir :) Sabes, YO decidi que voy a descansar en Dios, que aunque a diario o más seguido mis sentimientos me traicionan, tengo que aferarme al único que me puede dar las fuerzas suficientes como para seguir de pie. Nada NI NADIE es lo realmente indispensable como para estremecer nuestra paz o nuestras vidas. Yo nunca se cuando no vale la pena, por eso siempre estoy rompiendome los dientes, pero se que aqui todo lo hacemos lo pagamos y con creces, todo aquel que hace sufrir, a la larga sufre doble. Q triste, pero es cierto... Q Dios tenga misericordia de ellos!!!

    ResponderEliminar
  2. Te leo, y me veo reflejada... si bien hace muchos años atrás...
    Creo que es nuestra consciencia en querer alcanzar lo que sabemos que queremos y necesitamos, además de desear, que en nuestra propia ansiedad por lograr la meta chocamos contra las paredes...
    Creo que el ejercicio debe empezar más lentamente, con menos pretensiones, más en los primeros escalones que en su propia firmeza nos permitirán escalar.
    Creo que debes saber que el ejercicio es lento y que sólo se retroalimenta de nuestros logros, con lo cual, teniendo en cuenta que estos llegan poquito a poco, sólo el tiempo te hará volver la vista atrás y saber que lo has logrado.
    Por mucho que ahora sepas dónde quieres llegar, no mires tan lejos, y mira cada pasito que te lleva a ello.
    De tus propios logros y dolores, conseguirás alcanzar la meta. Pero date tiempo, concesiones, y aprende mientras tanto a quererte...
    Un abrazote amiga!

    ResponderEliminar