viernes, 3 de febrero de 2012

Enseñando y aprendiendo a aceptar retos...

Antes de ser madre, fui maestra. Antes de ser madre de niños con necesidades especiales, fui maestra de niños con necesidades especiales. No, no soy repetitiva, es que no es lo mismo. Cuando decides traer un niño al mundo, en mi caso dos, no piensas en ningún momento, entiéndase cuando lo planificas y durante el embarazo; que tu hijo pueda tener una condición de salud o necesidad especial. Incluso, ni tan siquiera te pasa por la mente, cuando te preguntan, “¿Qué te gustaría tener? Sin pensarlo dos veces contestamos “lo que sea, después que venga sano” ¿Y si no viene sano, qué? ¿Acaso se va a acabar el mundo si no viene sano? Pues sí, para muchas personas se acaba.

Jamás pensé que iba a tener un hijo con un desorden de hiperactividad con déficit de atención y discalculia. Pero, lo tengo, ¿y qué pasó? Eso no me da ningún derecho a marginarlo ni quererlo menos. Tengo que aceptarlo, no solo porque es mi hijo, sino porque tengo un deber ministerial como educadora. ¿Cómo les demuestro empatía a los padres de mis estudiantes y les presento estrategias, sino acepto la condición de mi hijo? Aceptar y trabajar la condición de mi hijo, no me hace una súper madre, me hace una mejor persona. Buscar las alternativas y estrategias adecuadas para la educación de mi hijo, no me hace una tremenda madre, me hace una madre comprometida. Ahora bien, el proceso de aceptación de la condición de corazón de mi hijo menor fue más difícil. Cuando supe esa noticia, mi mundo se oscureció y pensé lo peor. Sin embargo, una vez organizados mis pensamientos y dándome cuenta que mi hijo era un niño como cualquier otro; todo cambió, y particularmente, para bien.

Mis hijos pueden tener necesidades especiales, pero eso no significa que yo los trate como personas que no puedan ser pensantes, valiosos y futuros profesionales de bien. Tampoco significa que los voy a utilizar de escudo para dar pena. La pena, no va a crear en ellos la conciencia de convertirse en hombres. Las condiciones de mis hijos no me dan el derecho de querer brillar o subir como la espuma recostándome de ellos; porque sus necesidades no son un negocio. Muchísimo menos me da el derecho de competir con otros padres, porque sus necesidades no son una lucha de poder para determinar quién está peor que quién. Las condiciones de mis hijos son “peñones” que se han atravesado tanto en sus caminos, como en el mío. “Peñones” que tengo que ayudar y enseñar a remover con amor, fortaleza, voluntad y deseo, pero más que nada humildad. Porque las condiciones de mis hijos no serán la llave que abra puertas; pero superar sus condiciones será lo que les ayude a derrumbar barreras y demostrar su hombría. Y no quiero decir que serán los más machos, sino que demostraran su hombría siendo grandes en fe, esfuerzo, voluntad y más que nada en humildad.  

3 comentarios:

  1. Hola Marta Raquel! Me ha llamado la atención que tenemos algunas coincidencias en nuestras vidas: ambas somos maestras de Educación Especial, madres de dos hijos y escribimos un blog desde hace poco.

    Me gusta mucho leerte, porque dices verdades como puños sin hacer grandes sentencias.

    Te cuento que mi segundo embarazo fue embarazo de riesgo, porque pasé el citomegalovirus; existían bastantes posibilidades de que el chiquitín naciera con CMV congénito y, si eso ocurría, el abanico de deficiencias que podía tener era muy amplio. Me pasé todo el embarazo pensando, obviamente, en esa posibilidad...y descubrí que de nada me servía mi experiencia como maestra: eso era otra cosa. Finalmente nació sano, no se contagió, así que no puedo decirte cómo habría sido mi reacción, mi día a día.

    Pero me cuesta poco ponerme en tu lugar, y me parece muy interesante tu reflexión.

    Saludos!

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  2. Marta, como siempre, son palabras muy sabias las que dices... de hecho, creo que asumir nuestras condiciones es el primer escalón para vivir plenamente.
    No soy nunca mujer de lamentar el estado ajeno ni el propio, porque donde otros ven una lástima, yo veo un coraje, donde otros un dolor, yo una superación... no me congratulo de tener un hijo más o menos sano, sino que observo mi reto para con él: ayudarle a ser feliz y convertirse en un buen hombre. Creo que todas las familias debemos ser conscientes de nuestros retos; simplemente lo que nos diferencia son los retos que debemos superar, pero al fin y al cabo, ¿quién o cómo se miden esos retos? Sólo se miden uno a uno y personalmente, con cada superación personal. Si las comparaciones siempre son odiosas, en el tema que planteas, además de odiosa resulta carente de sentido porque no resulta más doloroso tener un hijo que necesita una atención especial, que tener un hijo sano al que no prestas una atención especial...
    Yo veo las sonrisas de tus hijos y puedo entender tus sentimientos, pero me puede más sentir a través de una simple fotografía que esas sonrisas son la muestra sincera de una vivencia feliz. Y veo tu sonrisa e imagino tu cansancio, pero también veo el orgullo que sientes por tus hijos...
    No gana nadie compartiendo un lamento, pero sí ganamos todos disfrutando de la superación de cada pequeño reto.
    Un abrazo familia!

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  3. La vida es un reto. Criar hijos en la sociedad actual es un reto. Y criar hijos con necesidades especiales en la sociedad actual es más que un reto. Eres una luchadora incansable y tienes algo que valoro, tu tenacidad.

    !Voy a ti y pago doble!

    TQM, tu amiga, Zulma

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