jueves, 25 de octubre de 2012

Una caja de colores

Necesito una caja de colores, si, si, eso, una caja de crayones. Pero pensando así, una de 8 colores no es suficiente, ni la de 24, necesito con urgencia la de 64 crayones.

Recuerdo cuando era niña que tener esa caja en particular era así como un tesoro. Con 64 colores eras lo máximo, tenías a tu alcance una gama de colores que en tu corta vida habías visto. Incluso tener esa caja conllevaba que hasta el compañero que menos te "pelaba", se acercará a ti, sólo para pedirte algún maravilloso color de tu cajita. Como no recordar el siempre querido color "carne", ese con el que pintábamos a las personas de nuestros libros de colorear; o el turquesa para los vestidos. ¿Qué me dicen de los diferentes tonos de verde? Esos nos ayudaban a diferenciar la grama, de las hojas de los árboles.

Así qué ya esta decidido, quiero una caja de 64 colores, también quiero la inocencia con la que coloreaba de niña. ¿El lienzo? Ya lo tengo; mi vida. ¿ Qué quiero pintar con tanto color?¡ Pues todo! Esta vez, no voy a jugar a que el azul es tristeza y el verde es esperanza. Esta vez le voy a dar un sentido más real a los colores, aunque explicarlo sólo sea un juego de letras para desahogar el alma.

El primer color que utilizaré será el color "carne", colorearé las arrugas que las tristezas y los malos ratos de los últimos años me han causado. Quiero por un rato engañar al espejo. Quiero colorear de rojo las imperfecciones del corazón de mi pequeño hijo y con varios colores completar las fisuras del cerebro de mi hijo mayor; esas que juegan con su concentración. Quiero colorear las nubes grises de blanco, para no preocuparme por el "frizz" en mi cabello. Y de una vez con un poquito de negro taparme las canas para sacarme de encima la costumbre de pintarme el pelo. Pintarme las arrugas o pintarme el cabello no es necesariamente para negar mi entrada a la madurez, esa se encuentra dentro de mi y en mi actos, no en mi piel.

Con el dorado quiero pintar mis actos y no para lucirme, sino para ser luz para otros. Con el plateado puedo pintar una que otra estrella, para que alumbren mi camino y me den la suficiente luz para evitar hasta donde pueda, volver a equivocarme.

Me encantaría poder tener un crayón transparente, ese lo usaría para colorear algunos problemas, no para olvidarlos, sino para darle menos importancia. Me faltaría describir unos 50 colores, pero el lienzo de mi vida es grande y tampoco hay tanto apuro por tapar con color algunos detalles. Mientras me balanceo en las situaciones de mi vida, cargaré mis 64 crayones. Cuando ya vea un poco más claro mi nirvana, es muy seguro que cambie los tonos, quizás más brillantes, más pasteles, pero definitivamente todo un arco iris.

1 comentario:

  1. Qué belleza de texto, Marta!
    Quiero una caja de colores como esa... y sobre todo tener la habilidad para saber usarlos.
    Siempre ha sido mi punto débil. Será cuestión de empezar a tomar clases de pintura.
    Mil besos de muchos colores!

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