domingo, 11 de noviembre de 2018

La reciprocidad del sostener

 "MUY POCAS PERSONAS SE OFRECEN CON EL FIN DE SOSTENER TU INFIERNO UN MOMENTO PARA QUE PUEDAS DESCANSAR, ESA ES PARA MI LA GENTE IMPRESCINDIBLE."- anónimo
      



















       
          Si hablamos de caer, de perder el norte, de sentirse vacíos, pudiéramos recrear miles de escenas que han pasado por nuestras vidas, donde algo nos ha hecho sentir, para decirlo resumido; miserables. Vamos por la vida dando bandazos, chocando con las paredes, con las vallas, con las personas, con la misma vida. Chocando con todo eso que entendemos le podemos echar la culpa de “nuestra desgracia”, porque la culpa ustedes saben, “es huérfana”. Y así sigue la vida, como diría Joaquín Sabina “como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...”

          En ese chocar incesante, porque es recurrente, es casi rutinario, buscamos quien nos sostenga, o nos salve. Vamos, que lo encontramos justo, necesario, casi obligatorio. Y si bien siempre aparecerá un personaje en tu vida, que reúna los requisitos de súper héroe o súper heroína, debemos cuidarnos de no volvernos tóxicos. Esa necesidad de tener quien nos sostenga, puede llegar al punto de desquiciar. En la ceguera emocional, en la necesidad de atención, equivocamos esos soportes que creemos son los más estables y fuertes, cuando por el contrario están a segundos de hacer implosión.

          Es en ese momento, cuando sientes que te fallan las piernas, donde crees que todo el piso se te mueve y vas a caer, que surge la iluminación. Dónde te das cuenta, que a veces todo lo que buscas, está más cerca de ti, de lo que pensabas. Que esos soportes que necesitas siempre han estado ahí. Mi iluminación llegó este viernes, en el concierto Coral en el que mi hijo mayor con sus compañeros cantaban. Mientras esperábamos en el lobby del teatro, le dije a mi hijo menor, “quédate cerca y dame la mano, por si hay que caminar, halarte.” Él, se recostó de una viga y no me dio la mano, sino que la colocó sobre mi brazo, fuerte, eso se llama confianza. Hoy, sábado, luego de un pequeño intercambio de palabras con mi hijo mayor me dijo: “Mami, no puedes resolver todo durmiendo”, eso se llama entendimiento. 

         No siempre voy a estar arriba, para poder estar así, tengo que caerme par de veces. Pero mientras entienda que para que me sostengan, yo también tengo que sostener, siempre buscaré la forma de salir adelante.


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