miércoles, 10 de febrero de 2016

A ti... Que te cuesta tocar el botón de compartir

A ti qué te cuesta tanto darle al botón de compartir, a la causa que estoy tratando de difundir. Hoy no fue necesariamente uno de mis mejores días, desde hace apenas 42 días que comenzó el "maravilloso" 2016. Luego de haberme acostado pasado la una de la madrugada, tratando de alivianar una catarsis, la mañana dejó mucho que desear. Estoy, ¿cómo les puedo expresar un estado de ánimo que va más allá del cansancio? Estoy... Estoy... Estoy extenuada, abrumada, agobiada, y en ocasiones, ni siquiera estoy. Entonces, a ti qué te cuesta tanto darle al botón de compartir te digo: ¡Qué bendita suerte tienes, de no tener la necesidad de apretar ese jodido botón! Yo sí la tengo. 

Hoy mi hijo, el que desde que llegó a mi vida, me ha hecho un ser humano más empático, pero que me ha hecho odiar los miércoles y detestar los febreros, me dio uno de esos sustos en los que él es experto. Me llamó su maestra para decirme que el tenía unos síntomas muy raros y me preguntó qué haría al respecto. ¿Qué hice al respecto? ¡Correr! Entonces, a ti qué te cuesta tanto darle al botón de compartir te digo: ¡Qué bendita suerte tienes, de no tener la necesidad de apretar ese jodido botón! Yo sí la tengo. 

Aparte de tener que luchar día a día con una condición permanente del corazón, en un niño que aún no sabe amarrarse los zapatos y que solo ha mudado un diente, tengo que luchar con picadas que se vuelven verdugones, con síntomas parecidos a una presión baja, con nuevos síntomas relaciones a problemas de azúcar. "Llévalo a un endocrino..." me dijo el cardiólogo hoy. Entonces, a ti qué te cuesta tanto darle al botón de compartir te digo: ¡Qué bendita suerte tienes, de no tener la necesidad de apretar ese jodido botón! Yo sí la tengo. 

Y aquí estoy en la mesa de hacer nudos, y que pocas veces uso para comer. Pensando que necesito en nuestra vida una máquina para tomar presión y una máquina para medir niveles de azúcar. Que es bien cuesta arriba educar a un niño sano por fuera, pero de mucho cuidado por dentro. Y Entonces, a ti qué te cuesta tanto darle al botón de compartir te digo: ¡Qué bendita suerte tienes, de no tener la necesidad de apretar ese jodido botón! Yo sí la tengo, y lo voy a seguir haciendo. Es una pena que tengas que esperar a verte como yo, para entonces apretar ese jodido botón.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario