“Nunca nos llegamos a acostumbrar al dolor, tan solo aprendemos a soportarlo.”- anónimo
Recuerdo cuando adolescente, qué una forma bizarra de mi madre tratar de alejarme de las relaciones sexuales antes del matrimonio, era diciéndome que hacer eso, dolía. Lo remataba diciéndome a continuación que parir también dolía. Todo se resumía a qué ciertas cosas, para qué no se hagan se les tenga temor. Qué mayor temor que las cosas que te da curiosidad hacer, para joder, duelan. No voy a entrar en detalles elaborados, pero las cosas que mami me quiso evitar, no dolieron así como ella en su momento me contó. Puedo decirles, con total sinceridad, que he hecho otras cosas, no físicas, que me han dolido más. ¿Qué es el dolor y con qué capacidad lo medimos? Sí, les voy a incluir una definición de la RAE, porque así le doy más seriedad a esto. Según la RAE, el dolor es, (¡rayos! tiene muchas definiciones) en fin, es una sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior. Una molestia, que bien puede catalogarse por magnitud o por el nivel de tolerancia de la persona que lo experimenta.
Ahora mismo, si me preguntaran si duele parir, no les puedo contestar, porque yo no he parido. Ahora, si me preguntan si pasar por un proceso de cesárea duele, diré que sí, qué tiene su dolor, pero tampoco puedo explicarlo a plenitud, porque mis dos cesáreas trajeron a su vez, momentos no físicos más dolorosos. Cuando vas a un hospital, encontrarás unas tablitas que utilizan para que tú determines en que nivel de dolor te encuentras en ese momento de la visita. Algunas de esas tablitas están divididas por colores, otras por caritas. Las veces que voy al hospital, mayormente cuando me atacan dolores de oído, siempre me fijo en esas tablitas, aunque no necesariamente para indicar mi dolor. La realidad es que nunca puedo determinar en qué magnitud está el dolor que estoy sintiendo en ese momento.
Ahora, si me preguntan si duele tener hijos con condiciones médicas, diré que sí, que duele mucho. Para más decir puedo catalogarlo en el nivel más alto de dolor, ese que casi siempre cae en color rojo, o la carita más desencajada que pueda existir. Si me preguntan si tener depresión es doloroso, también diré que sí, que duele mucho, que casi duele a la magnitud de tener un hijo especial. Si me preguntan si me duelen las batallas de otros, también diré que sí, la empatía duele. Si me preguntan si perder una persona (en cualquier aspecto) duele, diré que sí, que duele mucho. Y es que cuando hablamos de dolor, esa molestia, es más fuerte cuando se siente en el alma.
He sabido ver en mis 42 años de vida, la capacidad de tolerancia al dolor físico de varios seres humanos cercanos a mi, incluyéndome. También he sabido ver, la poca tolerancia al dolor emocional de unos tantos otros, incluyéndome, y es que como diría esa cita de Daniel Mercury, El dolor es relativo, el cuerpo puede aguantar mucho, pero no existe una bandita para ponérsela al alma. Nunca demos por sentado los dolores, ni los físicos ni los emocionales, ya sea en otras personas o en nosotros mismos. Seamos buena gente, con cualquiera que esté experimentando dolor. Incluso, seamos buena gente con nosotros mismos. Cuando un dolor se comparte, la molestia en la mayoría de las ocasiones; es menos. Se los puedo decir por experiencia.
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