lunes, 2 de septiembre de 2019

Ser como piedra en el mar

"No hay nada mas duro, que la suavidad de la indiferencia."- Juan Montalvo

         Hace algunos años escribí, utilizando las palabras de Kym, una amiga española, que iba a ser como ”Las piedras al borde del mar, que reciben ola tras ola con una indiferencia admirable. Y dejarme llevar por la vida, sin pensar nada, sin imaginarme nada, sin hacer demasiadas cábalas sobre lo que vendría, lo que tuviera que ser, sería.” Tengo que decir que, “I failed...” He sido piedra, he sido barco, he sido a su vez mar y he sido olas... en fin he sido. 

          Con el pasar de los años he tenido momentos de no imaginar y algunos años donde lo he imaginado todo. "Cábala tras cábala"..., recibiendo con el pecho como escudo cada cosa que sucediera, me imagino que a eso es a lo que se refieren cuando me dicen, Marta Raquel, no te puedes tomar todo a pecho. Pareciera que “haciéndome la fuerte” todo iba a ser más fácil, solo que olvidé la parte de la “admirable indiferencia”. Y es que me cuesta ser indiferente. Que no es algo con lo que se nace, eso se aprende. Y yo pues... no aprendo. Tantos años, tantos golpes y la ignorancia se me muestra perpetua. 

          Para mi, ser indiferente es mostrar poca importancia al alrededor, a lo que sucede, y si hay algo que he adquirido desde que mi niño menor llegó a mi vida, es empatía. Así que llámenlo ignorancia, insensatez, estupidez humana, me cuesta grandemente ser indiferente. Sin embargo, hay algo de lo que estoy consciente, del otro lado del mundo no se percibe el mismo sentimiento. He tenido que chocar con las paredes de la indiferencia de muchas personas que aprecio. Y los golpes han sido devastadores. Me quedo tirada ahí, sea la lona, el piso, la circunstancia y me hago chiquita, poquita, hablemos claro, me hago mierda. Lo más que me pregunto en el proceso es: "¿En dónde dan el puto curso de me vale verga la vida y los demás?"

          Quisiera poder establecer de plano, luego de los cantazos que he recibido en estos últimos meses, que un buen día “seré piedra al borde del mar, y que de una buena vez, recibiré los golpes con una admirable indiferencia.” Pero, si usted me conoce, sabe que esa no soy yo, y temo tener que escribir nuevamente que fallé en el proceso. Sin embargo, puedo por lo menos darme la oportunidad de aprender que una cosa es ser empática, y otra muy diferente es querer demostrarle al mundo entero que tipo de persona soy. Después de todo tengo que aceptar “cábala tras cábala”, que no importa cuanto pase, viva o experimente, “lo que tenga que ser, será.”