" We too can repair our cracks with gold, and glow again, crazed by life, more beautiful than before."- Scott Hastie
Hace unos años, un estudiante del que fui mentora para un premio escolar, en medio de una conversación, me describió como “Una Medusa metafórica andante”. A mi en lo personal me estuvo aparte de jocoso, muy halagador. Otras personas quizás en mi lugar, pensarían, ¿acaso no te está describiendo de una forma demasiado fuerte? Pues, quizás si. La capacidad de metaforizar la mayoría de mis expresiones no sé cuándo la adquirí, aunque se encuentra bastante cercana a mi forma de expresar el sarcasmo. Para mi todo tiene una comparación o una canción que lo identifica. Así que el día que me paré frente al espejo y me vi los rizos que comencé a amar más tarde, como otras tantas cosas, mi reacción fue: “ Cristo, parezco una medusa.” Y sí, me refería a ese ser mitológico que tiene muchas serpientes en la cabeza y con la mirada petrificaba. Quién me conoce sabe, que no soy el ser más dulce del universo. Y sí, cabe destacar que cuando miro feo, pues lo hago feo de verdad. Así que la descripción quedaba. Acertada.
Hace par de miércoles atrás, recordaba que ese dia de la semana no es mi favorito. Emmm, cómo les explico, cómo si se tratara de mala suerte, resulta que las cosas que más duelen me pasan los miércoles. Y de esas cosas que lastiman, jodidamente aparecen fisuras. Por lo que si vamos a metaforizar, soy una base de cerámica, cubierta de grietas. Soy propensa a las fisuras, a veces puedo llegar a sentir el dolor cuando se forman, tan cerca y fuerte, como cuando te cortas con un papel, y eso duele mucho. Como por ejemplo el miércoles pasado, que en un momento determinado del día pasó, se había creado una nueva fisura. Sin embargo, todas las veces que pasaba esto, nunca sentí lo que sentí en la semana que siguió a la creación de esa fisura, esta vez sentía cómo se escapaba algo muy importante de mi; por ahí. No fue hasta la víspera del otro miércoles, cuando me retumbaba en la mente que llevaba 4 días con una tranquilidad muy sospechosa para mi. Por primera vez en mucho tiempo, no dejaba que la frustración, el coraje, la tristeza y el dolor, me hicieran trapo. Entonces lo entendí, tenía un “liqueo” de intensidad.
Tengo que destacar que este miércoles hizo su agosto y me dio mi sacudida semanal. Increíblemente y más aún sospechosamente, aunque estaba medio achocada, hice lo que se supone sea un estilo de vida, flui. Y mientras trataba de redactar lo que será mi primer capítulo de tesis, me desahogaba con par de amistades y perdía el tiempo en un juego en el teléfono, recordé esa técnica japonesa llamada “Kintsugi”, que consiste en la "reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza."
Así que aquí estoy en introspección, mirándome por dentro con el don de la Medusa, buscando petrificar cada fisura que tengo por dentro. Creo que lo que se perdió de intensidad estaba demás, y era necesario tener esa pérdida, las cosas no pueden siempre verse con el mismo nivel de intensidad. Rellenar con lo que tengo a la mano, lo que cabe, lo que puedo dominar, o moldear sea color oro, o color esperanza, y seguir en este “feeling” de #calmamividaconcalma qué se me ha agarrado del alma y al fin ha decidido darme ese espacio de ver que puedo ser capaz de superar todos los miércoles de mi vida. Esta Medusa metafórica andante, es una nueva base, más fuerte, más hermosa y más feliz.
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