“La normalidad es un camino pavimentado: es cómodo para caminar, pero nunca crecerán flores en él”. -Vincent Van Gogh
Luego de varios meses de cuarentena, con las debidas precauciones he comenzado a salir más. La parte que más me atormenta de salir, es el uso de la mascarilla. Siento que me asfixio, y que mis orejas están a punto de colapso. Cada vez que estoy en ese proceso, me crece la admiración, por quien desde el día uno, ha tenido que adaptarse por muchas horas al uso de ellas. Y en el proceso, he comentado, “No sé si estoy preparada para esta nueva normalidad.” Pero, ¿qué es la normalidad? La RAE me da varios significados para definir “normal” como por ejemplo 2. adj. Habitual u ordinario. 3. adj. Que sirve de norma o regla. 4. adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano. Por su parte, el filósofo francés Michel Foucault decía que lo normal es lo que hay que hacer, el comportamiento que una sociedad considera como propio. Por lo que ajustándose a esas definiciones quizás entendamos que lo normal es lo correcto.
Estas semanas o meses, vaya uno a saber, de acuerdo a la normalidad de cada persona, he visto y vivido la normalidad, como ese proceso, donde me sacan de mi zona de comfort. O sea, como si de la teoría de supervivencia se tratara, la vida, el mundo, las circunstancias, Dios, me está obligando a adaptarme a una nueva normalidad. Y no, no me refiero solo a la mascarilla. Entonces, en el proceso, te pones a cavilar ¿qué es normalidad? Pues antes, era levantarme a las 6 am para prepararme, preparar desayuno, levantar los niños y fielmente como llevo haciendo durante 13 años, tomar la misma ruta y llevarlos a la escuela e irme a trabajar.
Normalidad era, salir en la tarde y tomarme un café, o un trago, en algunas ocasiones con amistades, o sola. Buscar actividades extra curriculares a los niños para que como los niños de los demás, hagan cosas diferentes y que de una vez, se les despierte la vena artística. Ir a la universidad, y sentarme horas a leer, escribir o estudiar, porque la normalidad me dice que debo seguir luchando por ser un poquito más.
En el manual inexistente de la normalidad, nunca me explicaron, que la normalidad, no es necesariamente lo correcto, y que me iba a tocar vivirla desde otras perspectivas. Como tener que ir al hospital varías veces, y tener que decir, “La saturación normal de mi hijo es entre 95-99 porque el tiene una condición del corazón.” “Es normal que sude tanto, es que su corazón trabaja más.” “Prefiere pastillas a líquidos, es normal, las toma desde pequeño.” “Hoy se ha pasado durmiendo, es normal que se canse, tiene un corazón diferente.” Entre otras aseveraciones a lo largo de 11 años. El manual inexistente de la normalidad, me explicó que un niño tiene que saturar en 99 o más, que es normal que sude cuando hace calor y ha estado activo, y por lo tanto, debe cansarse. Me explicó que el uso excesivo de medicamentos hace daño, y que lo niños no deberían consumirlos.
Si les digo la verdad, una sola entrada no me daría para hacer un análisis exhaustivo de la normalidad de todos, y de la normalidad que se vive cuando tienes un niño con una condición de Salud que no se cura, y que con él pasar de los años se transforma. El problema como diría Arjona, ”no es el daño, el problema son las huellas.” Repercute en dejar de hacer inexistente el manual de la normalidad, y explicarle, que eso que el vive es la norma, aunque no exista una zona de comfort ni sea lo correcto. Con todo lo que estamos viviendo, ya no podemos dar por sentado que es normal y que no. Tenemos que vivir con el constante cambio que a veces la montaña rusa que llamamos vida nos pone de frente. Doloroso por demás, porque nadie quiere ser “anormal” caer en lo incorrecto. Sin embargo, como dijo Forrest Gump, “La vida es una caja de chocolates, nunca se sabe lo que te va a tocar.” Y eso, es una normalidad.
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