domingo, 4 de noviembre de 2012

El cambio de vestido...

trans-. (Del lat. trans). 1. pref. Significa 'al otro lado', 'a través de'. Y así comienzo, hace días leía el periódico local, me detuve en un artículo relacionado a un profesor transgénero. La realidad es que no fue eso lo que me impresionó del artículo, sino un comentario en particular del profesor Díaz. El ofrece su clase vestido de mujer o vestido como el prefiere expresar. Su comentario fue: " ...todos los seres humanos nos travestimos. Por eso no somos de la misma manera con todo el mundo...".

Llevo más de 3 años luchando con el prefijo trans, sin darme cuenta que no sólo adorna uno de los diagnósticos de mi hijo menor, también es parte de toda una vida. El golpe de conciencia me chocó cuando leí las palabras de este profesor.

Cabe señalar que entre otras cosas el comentario de que todos los seres humanos nos trasvestimos, me hizo colocar en algo de duda el diagnóstico de la bipolaridad. Simplemente porque desde cierto punto de vista, todos entonces somos bipolares. Recapitulando este último año, pude darme cuenta que me la pasé cambiando de vestido emocional a mis sentimientos. Había adquirido la habilidad por mucho tiempo de tener el vestido de la tristeza de día y llegar a mi casa, quitarme la careta y vestirme con una gran sonrisa para mis hijos. Sólo que a veces no contamos que cuando una pieza se usa con extrema frecuencia desmerece y sin darte cuenta te quedas desnuda, justo delante de quien tiene prohibido verte así.

Debo destacar también que es normal que todos tengamos nuestros momentos, me choca la gente que "pretende" expresar la idea de la plenitud de la felicidad. Como sí no fuese natural que un buen día te levantes extrañando a tu hermano mayor o a tu maestra preferida del cuarto año. O simplemente el día esta lluvioso y tus hormonas deciden nublarse para combinarse con el día.

Este año que pasó llegó un momento en que me deje demasiado tiempo el vestido de la tristeza, deje de pasó que me vistiera la anorexia, y arrastraba el velo de la amargura, ¿para qué?. Para darme cuenta no tan tarde, que vale más lo que transmito a nivel personal y profesional que lo que me define cuando a veces me visto emocionalmente de una forma diferente. Al final de cuentas mi realidad no la define eso.

El vestido de la tristeza esta guardado, la realidad es que esta demasiado maltratado. El de la felicidad lo uso con cuidado, siempre he tenido claro eso de que andar toda extasiada tampoco es muy saludable. No logro quitarme el de la ansiedad, ese sí lo tengo ceñido al cuerpo. Pero el de mi realidad como persona lo llevo bien puesto, puede que a veces no sea con todo el mundo igual, pero esa es ya mi forma de ser. Y es que debo dejar claro, que el vestido de la hipocresía no me queda.

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